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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

30
Mar
2008

Orden y orden

1 comentarios
Hay una cosa que traía a mal traer al padre Bandera OP, que en gloria andará, y era que la jerarquía, a saber, los obispos, nunca entendieron la vida religiosa. Hace años que estudié eclesiología y, para qué voy a engañar a nadie, no me gustó ni mucho ni poco. No obstante, pude llegar a entender algo de cómo está constituida la Iglesia, pero el cacao que hay dista mucho de ser resuelto. Laicos y clérigos. Ordenados y no ordenados, y ¿los religiosos? ¿Qué somos? Ayer se ordenaron presbíteros Iván y Roberto, y diácono Ismael. Los tres dominicos. Cuando entramos en la Orden y hacemos nuestra primera profesión hacemos el acto que se supone fundamental en nuestra vida de frailes. Pues bien, en las ordenaciones, los obispos tratan a los frailes como si llegasen a ese momento como laicos, es decir, les exigen una obediencia al obispo (que se la deben exigir a su sacerdote diocesano y no al religioso, que debe obediencia a su superior y punto), les dan la barrila con el celibato (cuando uno ha profesado castidad años ha y el celibato, ¿qué añade a la castidad? SI me lo puede explicar alguien le quedaría muy agradecido). De las homilías episcopales, mejor no hablar. Habitualmente son hueros, vanos y vacuos juegos de palabra que causan más aburrimiento que consuelo. ¿Cómo se pueden hacer tan mal las cosas? ¿Cómo se puede pedir a los fieles que se traguen, por gracia, lo que no se tragarían por naturaleza? No, no y no. Siempre lo he dicho. Se vende muy mal lo que se quiere vender. El evangelio, festivo, en tiempo de Pascua, no puede ser transcrito en un rollo patatero dicho con caras largas. La redención debe notarse por algún lado. No es un estado interior, tan interior que no supura por ningún poro. No, en absoluto. Se transfigura, como laetitia, en el rostro. Me temo, por otra parte, que el episcopado no entiende que uno es dominico (primero y sobre todo) y luego, si acaso, sin quitarle ninguna importancia, sacerdote. Pero no al revés. Si uno confunde el orden de los términos, confunde la Orden con el orden y ese cambio de artículo acarrea un cambio de sustancia. Y si cambiamos la sustancia, sólo nos quedan los accidentes, que suelen provocar mucha tristeza. Enhorabuena a los ordenados. Ayer, aunque no se notase en nuestro obispo oficiante, fue un gran día para la Iglesia.
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Martín Gelabert
30 de marzo de 2008 a las 20:30

Siempre he estado de acuerdo con eso y me alegro de leértelo: que primero es uno dominico y luego sacerdote. Y sobre lo de si añade algo el celibato a la castidad, me parece que la buena proposición es la inversa: la castidad añade algo al celibato, al menos la castidad tal como la entendemos en la vida religiosa, que es una castidad para y por. Y el celibato puede serlo sin para y sin por. Y hasta puede serlo a disgusto. Enhorabuena a los nuevos presbíteros.

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