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Papoclastas y papólatras
3 comentariosAhora que la salud del Papa se ha resentido de modo público y notorio, mucha gente se ha puesto a rezar. Alguien me comentaba que no sabía hasta qué punto algunas personas que conocía bien rezaban para que el Papa se recobrase o para que Dios lo llevase definitivamente a su seno.
Igual que sucede con la democracia, hay una paradoja en la misma elección del Papa. En el caso de un sistema democrático, los estudiosos detectan la paradoja de que el demócrata quiere que gane su candidato, pero al mismo tiempo quiere que gane el que salga elegido fruto de un proceso democrático, que puede perfectamente ser el candidato que menos le gusta. En el caso del Papa se da algo parecido: el católico desea que salga elegido del cónclave el candidato que más se adapta a su modo de entender el catolicismo, pero al mismo tiempo desea que el candidato sea aquel que el Espíritu Santo ha elegido, que a lo mejor es el que a él le parece menos adecuado.
En general, la visión del espectador es bastante cómoda. Uno siempre sabe cómo alinear los jugadores de un equipo para lograr victorias imposibles, de mismo modo que, cuando le da por ahí, piensa que, si él fuese el Papa, las cosas de comer, con las que no se juega, serían distintas. Algo así creía aquel rey nuestro, Alfonso X, que más o menos le pedía a Dios ser dios un par de días para arreglar todos los males y defectos que él veía con claridad en la creación.
Es evidente, por otra parte, que entre ese extremo de creerse uno el Papa latente, el que había de ser si el Espíritu Santo no se hubiese despistado el día de autos, y caer en la papolatría hay un espectro infinito de posibilidades. Entre los informadores que desdeñan y desautorizan al Papa de forma sistemática y antes de que este abra la boca, y aquellos otros que se revuelven contra cualquiera que haga la más mínima crítica a la cualquier cosa relacionada con el Papa hay sin duda una infinidad de posibilidades. Y supongo que hay veces en que el cristiano de a pie tendrá razones para decir esto o aquello.
Una de las leyendas relativas al origen del lema de la Orden (veritas), tiene que ver con cosas que Juan XXII decía y que no eran del todo ortodoxas. Así que alguien le dijo que no, que no es así. De modo que la cosa viene de lejos. En fin, ni papoclastia, ni papolatría. Hay infinitas posibilidades más. A San Agustín se le atribuye algo que parece que no es suyo, quizá de origen luterano, pero asumido por Juan XXIII: in necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas: unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo. Pues así.