29
Ago
2006Ago
Pateras, cayucos y otras lanchas
9 comentariosLa noticia nacional de estos días no es una, sino muchas: las llegadas masivas de inmigrantes en embarcaciones de lo más variopintas (pateras, cayucos…, qué más da). Y es que es todos los días. Y lo que sucede todos los días no puede pasar por anecdótico. Al contrario, corre el riesgo de convertirse en habitual, en rutinario, con lo que deja de resultar asombroso. Uno se pregunta qué demonios deja esta gente detrás para lanzarse a una aventura en la que lo peor quizá no sea la travesía, pues si sale mal uno se va al fondo del mar y casi puede decir que “ya está”, sino la llegada aquí. Porque, ¿qué puede esperar alguien que llega aquí sin papeles? ¿Acaso alguien le ha dicho que puede optar a algo más que la esclavitud, en ocasiones favorecida por algunos de sus compatriotas, como sucedió con algunos judíos en los campos de concentración? En situaciones límite, los respetos patrios desaparecen y se impone la ley de la supervivencia. Y en todo este berenjenal, me pregunto qué se puede hacer. Yo no tengo la menor idea, pero está claro que dejar las cosas como están no es una buena idea. Alguien bastante sabio dijo tiempo ha: “si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo”. El problema no nos lo va a solucionar nadie, ni los dirigentes de Europa arriba, ni los de África abajo. Ya dije que yo no tenía idea, pero que conste que le doy vueltas. Mas hay quienes deben darle vueltas y no estoy seguro de que lo estén haciendo como debieran. Se admiten sugerencias