Jun
Periódicos dominicales
2 comentariosLeía esta mañana en El Norte de Castilla una entrevista al ministro de Fomento, sin mucha atención y con un tanto de desgana pues, efectivamente, junto a algún otro colectivo, el de los políticos de profesión es uno de los grupos humanos que menos confianza me inspira. Al llegar a un cuadro de texto en el que se resaltaba una pregunta, me encontré con esta respuesta, en la que se comenten, en cuatro breves líneas, al menos dos falacias: la ignoratio elenchi (salirse por la tangente, esa decir, no responder a lo que se pregunta), y el argumento ad verecundiam (la apelación a la autoridad o al respecto para resolver una cuestión). Por no hablar de falacias prácticas: el peloteo, el servilismo y el horror que produce leer lo que uno lee procedente de la boca de una persona adulta: “el día que Zapatero prescinda de mí, mi gratitud será infinita”. No sé si será cierto (la gratitud de muchos otros el día que el actual presidente se retire seguramente sí lo sea), lo que sí parece que es totalmente comprobable, es que la política engendra engendros (me encanta la fuerza retórica del acusativo interno). Si alguno, pasado el sopetón que produce leer estas estupideces (si tienen otro nombre estas cosas, hagánmelo saber), quiere leer algo bien escrito y bien reflexionado, puede echar un vistazo a la tercera del ABC, la habermasiana reflexión de Olegario González de Cardedal sobre la razón pública (que frente a la defensa de muchos no es una razón desnuda: el cálculo de predicados no sirve demasiado a este respecto de la constitución de comunidades) o a la reflexión de Rafel Argullol sobre el asco de lo que rodea al fútbol, que cada vez tiene menos que ver con el juego (humano) y más con el control (inhumano). Feliz día del Corpus.