Me pide un fraile que incluya en el blog esta noticia: La Federación de Vecinos pide a la Oficina del Censo Electoral el cambio de ubicación de al menos 24 locales electorales de Valladolid situados en espacios religiosos al carecer de la obligatoria neutralidad religiosa e ideológica. La verdad es que supongo que no serán todas las federaciones, sino algún tonto del haba que se ha aprovechado de la coyuntura ideológica y del río revuelto para lanzar sus proclamas en pro de un laicismo que, aún hoy, no sé qué significa, porque según quien hable de ello, entiende una cosa u otra. La noticia pide que no se habiliten esos lugares, en su mayoría colegios o conventos, como lugares de votación, por carecer de “neutralidad religiosa e ideológica”. No creo que a ningún fraile ni a ninguna monja le moleste que le lleven de su casa las mesas de votación y las urnas. Tendría bemoles que nos quitasen las imágenes de Santo Domingo en esta casa (que hay pocas y no es el caso, ya que aquí no hay mesas), porque se les ocurra a unos iluminados que debe presidirnos la diosa razón o la ciega justicia. Pero eso supondría que nadie, absolutamente nadie, podría esgrimir en público no siquiera su opción política. ¿Cómo identifico yo al interventor del partido humanista (que no sé aún si se presenta, pero me suena de haber visto sus papeletas en alguna elección)? Ah, no sé, pero según esta petición, si el lugar tiene que ser neutro, habrá de ser un quirófano, y no pintado de verde, que eso suena a ecologismo. No me enseñe usted ni el más mínimo signo de su opción política, religiosa, sexual o sobre qué animales le gustan como mascotas, porque habrá roto ese aura sagrada de "neutralidad". Aquí, en esta casa en la que vivo, me consta que se reúnen algunas asociaciones de vecinos y jamás han pedido que se les quite el Cristo que hay en las clases, que me consta que no molesta, porque nunca les ha dicho nada, hablen de lo que hablen. Tampoco se les ha preguntado de qué iban a hablar. Ni se les preguntará. Pero hay por ahí algunos comisarios políticos que quieren dictar las normas de una utopía que nos acaba ahogando a todos en pro de una "neutralidad" que me asusta más que la parca. En resumen, y con el fraile que me ha mandado esta noticia, concluyo que en las juntas directivas de estas asociaciones beneméritas hay un buen número de gente que no tiene nada que hacer, pero nada de nada, que cobra de ellas (probablemente de las subvenciones que reciben) y que de vez en cuando tienen que hacer algo para que alguien piense que su sueldo está justificado. Y que las instituciones están llenas de perfectos inútiles que ocupan puestos de relevancia lo decía Battiato en el blog de ayer. Ustedes piensen lo que quieran, pero lo que piden en este documento no sirve para nada, no ayuda a la convivencia, no garantiza la pluralidad ideológica y no significa neutralidad política, que vaya usted a saber qué demonios es eso. Y, aunque no les guste, a San Pablo me remito: el que no trabaje que no coma (y que no se invente trabajos ficticios, que para eso ya está la alianza de civilizaciones, de la que seguro que están comiendo unos cuantos abedules paniaguados). Ojete, que yo también pago impuestos, y muchos.Y si se quieren meter con la Conferencia Episcopal (que parece que es el núcleo del asunto) se han equivocado de lugar, pues los frailes y las monjas, según algunos obispos, somos una "iglesia paralela", de modo que fijen su diana mejor, please.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.