Jun
Quietismo e incertidumbre
0 comentariosEstamos fritos con la crisis. Parece que nadie sabe muy bien cómo se desarrolla todo esto, puesto que en cuestiones económicas (humanas, al fin y al cabo) jugamos, y jugar, como dicen los que saben, es más bien “ser jugado”, es decir, dejarse llevar por el juego, en el que intervienen muchos actores, ninguno de los cuales es totalmente “sujeto” frente al “objeto” del juego. Con estas premisas, no es de extrañar que la incertidumbre se haya instalado en nuestro imaginario colectivo. En algún sitio leí que los inversores prefieren el riesgo a la incertidumbre. Seguramente eso se pueda aplicar a más parcelas de la vida. La incertidumbre es constitutiva de nuestro ser, porque vemos lo que vemos y llegamos hasta donde llegamos, y pocos pueden decir con certeza qué serán mañana. Eso puede llevar a una suerte de quietismo, tan querido por estos pagos allá por el XVII, o al riesgo de equivocarse (que es, también, el de acertar con algo). Pero la respuesta que uno dé a una situación forma parte de la misma: como creo que comenté en alguna ocasión, sólo el herido es prójimo para el samaritano (y no para los otros). No tengo recetas y creo que pocos las tienen (entendidas como aquellas que dan el fruto esperado de modo cierto), pero seguramente haya que arriesgar respuestas que configuren la situación, como hizo el samaritano, a ver qué sale.