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Nov
2006Nov
Religiones unitivas
5 comentariosAndan a vueltas con eso de que la religión separa a las gentes. Quisiera que me alguien me diese una razón más de peso que la de los exaltados chillando y portando armas en nombre de Alá (que suele ser lo que aparece en los medios, aunque no tengo la menor duda de que lo mismo se hace en nombre de Yahvé, Dios o algunos otros. Y mira que de nominibus non est disputandum. Pues nada, como no hemos aprendido la lección, estamos condenados a repetirla por los siglos de los siglos, como cuando en el colegio nos mandaban copiarla veinte veces, y tontos de nosotros, lo hacíamos, sin comernos ni una coma, no fuera a ser que el que había impuesto el castigo comprobase las diez copias de cada uno de los treinta alumnos). Qué exordio tan largo. Como todos hablan de la fiesta como les va o les fue en ella (que si les metieron miedo los curas de su colegio con las penas del infierno, o con que se quedaban ciegos si se tocaban vaya usted a saber que partes. O lo malos que fueron algunos prelados hace cincuenta años, o yo qué sé y a mí qué me importa), contaré una experiencia que me aconteció hace poco tiempo. Y tiene ese valor, el de experiencia personal, no universalizable (soy bien consciente de eso), aunque sí punto de arranque para una serie de inferencias.
Visitaba un templo hinduista, enterándome muy poco de lo que allí pasaba. Gente aquí y allá, con preciosos vestidos, rodeada de todo tipo de olores. Tras un rato de mirar todo lo mirable, dejándome impactar por los colores y las formas del templo me acerqué a un sitio en el que estaban ofrendando alimentos ante una estatua bigotuda y muy colorida (descripción de turista). Súbitamente, caí en la cuenta de que todos a mi alrededor estaban rezando, sumidos en la plegaria. Y comprendí. Y di un paso atrás y salí de ese grupo. No debía estar allí de mirón. Estaba aconteciendo algo serio. Puede que en la percepción de la religión se dé algo semejante a los estadios morales de Kohlberg. Quien está en uno no puede comprender las decisiones ni las conductas de los que están en otros, si no es usando esa misma medida kohlbergiana. El problema es que los que supuestamente rigen nuestras vidas están habitualmente en la fase una o dos de desarrollo religioso, y no hay para ellos más allá que lo que su propia miopía les permite otear. Yo estuve allí. Era religión. Y no pegué a nadie. Nadie me pegó.