28
Ene
2008Ene
¿Se podrá tener más jeta?
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Aceptamos pulpo como animal de compañía, pero lo de los de izquierdas opulentos, no mire usted. Me supera. A decir de Esther Tusquets en su artículo de opinión en El País, lo que propugnan las izquierdas se deja decir así: “No se trata de que los ricos repartan generosamente sus bienes, sino de establecer, por medios más o menos violentos, un sistema más justo”, que no se sabe muy bien de dónde procederá, ya que si no es del reparto de bienes o de un cambio político, habrá de ser por intervención divina. Pero aquí no se acaban las perlas. Y cito: “El hombre de izquierdas no tiene como misión repartir sus bienes, ni sentar en su mesa a los mendigos; su misión es luchar para que se instaure en el planeta Tierra un orden más justo, menos brutal y menos insensato. Y, cuando se trata de un hombre rico, esta lucha va contra sus propios intereses. A esos tipos tan criticados por sus casas y sus coches y sus yates les sería más favorable militar y votar en un partido de la derecha. Pero no lo hacen, y ahí radica su coherencia”. Tócate los pies. Nunca había visto una legitimación del despotismo de izquierdas peor pensada. Es decir, el que vota a las izquierdas quiere un orden más justo, pero de ese artículo no se colige que él deba colaborar cambiando su situación. Podrá seguir viviendo en la Moraleja, que eso no va con él. Podrá seguir asistiendo a entregas de premios en cualquier parte del mundo, vengan de donde vinieren (¿acaso no es Hollywood la máquina más maligna ideológicamente, o al menos lo fue para la Escuela de Frankfurt? –pero estos no les han leído), podrá seguir, quién sabe, teniendo sus acciones en sabe Dios dónde…, pero son de izquierdas, y eso les da legitimación moral. Parece que se me ve el plumero. No, en absoluto. Si ser de izquierdas es querer un orden más justo, la justicia total, yo lo soy más que ellos, garantizado. Pero, por lo que veo, de ese artículo se desprende un tufo muy derechoso (a entender de la articulista, supongo), pero mucho: justicia sí, claro, pero usted no me toque a mí lo mío. Si acaso, y aquí quería llegar, que sean los otros los que carguen con el peso de hacer ese orden más justo, ya que “el hombre de izquierdas no tiene por misión repartir sus bienes”, luego será el de derechas el que tenga esa misión mesiánica. Ráscate los bajos. Y mira que llevo todo el día tratando de olvidar este artículo, pero es que me puede. La banalidad me puede. Y las etiquetas que otorgan patente de corso, más aún. Ni de izquierdas ni de derechas, simplemente queremos ser personas.