8
Ago
2008Ago
Ser lenguaje
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Hoy he asistido a una celebración del día de Santo Domingo en la que no me he enterado de nada, pero de nada y nada de nada. Será porque era en una lengua que me era del todo desconocida, de raíz no indoeuropea (porque en esas siempre se acaba pillando algo, aunque sea asomando por una esquina). Y me vino a la mente, así como por ensalmo, aquel dictum de Heidegger de que “el lenguaje es la casa del ser”. Cuánto no se habrá escrito sobre esas palabritas, pero lo que a mí me sugirieron hoy (estos días, en general) es que quien no domina una lengua simplemente no es ahí donde se habla. Así de radical: no es, por eso los emigrantes que no se aculturan nunca son, siempre quedan en la pura marginalidad. Sin lenguaje no hay ser. De ahí que se agradezca tanto que, de vez en cuando, aparezca alguien que nos hable en una de las lenguas que conocemos, mejor o peor, pero con la que podemos ser de nuevo. Cada vez que aprendemos una lengua, entramos a habitar un mundo nuevo. Y hay miles, y yo he visto algunos… aunque a veces creo que lo he soñado (guiño para cinéfilos).