Dic
SI Dios quiere
1 comentariosNo conozco a muchos musulmanes, sólo a algunos. Y dicho esto (porque parece que si uno no tiene muchos amigos de una tendencia sexual, una confesión religiosa o una opción política no puede referirse a ninguno de ellos, olvidando aquello del tercer grado de abstracción del que hablaban los escolásticos, y que parece que poca gente alcanza), alguna vez saludo a uno y le digo “hasta mañana”, y el me contesta: “si Dios quiere”. Y en ese momento tengo la certeza absoluta de que el que “quiere” o "no quiere" es exactamente el mismo para él, que lo dice, y para mí, que lo escucho. El mismo, la misma realidad, el ens realissimum de Tomás de Aquino (con permiso de Heidegger y sus adláteres por aquello de convertir al ser en un ente, pero sabemos de lo que hablamos). Después podemos ponernos a discutir nuestras creencias, y departir sobre si es trino o es absolutamente incomunicable, si se encarnó o se reveló a profetas. De acuerdo, hagámoslo. Pero ¡hemos avanzado tanto! No se trata de un ecumenismo de salón y de buen rollito. Al contrario. Las diferencias son muchas, pero es que cuando hablamos del “suelo del ser”, del fundamento de la realidad, que al final no es una cosa rancia, sino alguien que “quiere” (recordemos la frase), hablamos de lo mismo. El Aquinate insistía en que las palabras tienden, son intencionales, van hacia una res, hacia la cosa por la que están. Y en este mundo contemporáneo en que todo son palabras contra palabras, sin que haya nada detrás de la mismas (un puro juego de significantes que nos llevan a otros y a otros y a otros…), como lo era el de los sofistas, consuela saber que cuando decimos “si Dios quiere”, decimos lo mismo, yo y el musulmán: un ser personal. Da que pensar. Y que hacer.