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Siempre me ha gustado Eastwood, ¿es grave?
1 comentariosAhora es fácil decirlo y no tiene ningún mérito. Habitualmente, los que se rebelan contra el pensamiento único desde las páginas de los periódicos, consideran que ese pensamiento es “el de los otros”, el suyo no, el suyo es “el distinto”. Y por eso ahora es fácil decirlo… ¿El qué? Que a uno le gusta Clint Eastwood. La intelligentsia (Dios los confunda) le ha puesto sobre su cabeza todos los epítetos posibles: fascista (recuérdese Harry el sucio), inexpresivo (recuérdense sus spaghetti-westerns) y demás perlas. Pero, no se sabe por qué causa, ahora es un ser divino. Y la gracia es que ahora podemos ver sus películas sin tener que subirnos los cuellos de la camisa para que no nos reconozcan al salir del cine esos guardianes de la ortodoxia, que ríase usted del Malleus Maleficarum. Hoy viene una espléndida entrevista en el semanal de El Mundo, la cual, si cabe, anima aún más a seguir viendo todo el cine que haga. Porque el problema no es si sus películas anteriores, primerizas, segundonas o terciarias, eran buenas o no. Simplemente, la corrección impuesta por los orates de la vulgaridad nos impedía verlas. Y así pasa con infinidad de cosas. El gusto clasifica al clasificador, afirma Pierre Bourdieu. ¿Hasta cuándo estaremos sometidos a esta atroz tiranía? Y de esos polvos, estos lodos, a saber, que en una conversación en la que hay que mantener las falsas formas (es decir, donde no hay la suficiente confianza como para decir lo que realmente se piensa) uno no puede hablar ni de su religión, ni de su orientación política, ni de sus gustos (si no son los bendecidos por la clase “dominante”). Otras cosas sí, conviene cacarearlas. Por mí les pueden dar tila, que me seguirá gustando.. (perdón, aquí no puedo decir el qué)