25
May
2011May
Singer
1 comentariosHace uno días tuve la suerte de asistir a una conferencia de Peter Singer, un filósofo bastante famoso tanto por sus obras como por sus ideas. Muchas son muy radicales, por no decir un tanto descabelladas (algunas de ellas muy descabelladas). Pero en fin, una de sus tesis más famosas tiene que ver con la pobreza global, es decir, con lo fácil (y obligatorio) que sería aliviar, si no acabar con, la pobreza global dando parte de nuestros ingresos, concretamente un 10%. En su charla utilizó algunos de sus ejemplos más conocidos para acabar, después de muchas vueltas, pidiendo el diezmo, de forma razonable (con lo que vemos que, a veces, y desde caminos bien distintos, vivir es ver volver) Está claro que pueden sostener muchas posturas con diversas razones, todas ellas racionales, valga la expresión. El que dice que lo que ha ganado es suyo, razón tiene. El que dice que es de seres humanos ayudar al necesitado, razón tiene; el que afirma que nadie debe tener tanto que pueda comprar a otro hombre ni tan poco que tenga que venderse (Rousseau) está en lo cierto, y así sucesivamente. Cada uno, en ese mercado moral (expresión que le oí el otro día a un filósofo de Minneapolis) tendrá que optar de acuerdo con su conciencia. Lo que más me llamó la atención de Peter Singer fue su humildad al exponer su postura, su aceptación de las críticas y su convicción de que las cosas pueden cambiar. No hay por qué comulgar con todo. A veces, la chispa de lo correcto (a mi entender) aparece de súbito y, venga de donde viniere, ab Spiritu Sancto est, que decía el Aquinate