En estos días en que anda por aquíFernandoSoria, en recuerdo, claro está (y quién sabe en qué otras formas), cualquier objeto relacionado con él nos evoca su presencia: la silla en la que se sentaba para decir misa, su sitio en el comedor o en la capilla, los periódicos que no tienen quien los recorte… Infinidad de cosas, objetos y situaciones que, si son significativos, lo son por y para alguien. Por sí mismos sólo son cosas en las que tratamos de buscar lo absoluto. Mas lo absoluto no se da sin que alguien lo busque. Bueno, al caso. Me llegaba esta mañana un correo de un curso en Australia o no sé dónde rábanos, titulado algo así como “bable y lenguaje universal”. Bueno, inmediatamente me vino a la mente el catedráticoFernandoSoria, las veces que hablábamos sobre el bable y las risas que nos permitíamos a costa de los que nos quieren meter lenguas por los ojos, simplemente porque ellos deciden que los demás tenemos que hablarlas como ellos quieren, aun cuando en nuestros respectivos pueblos o ciudades (de Asturias) nunca se haya hablado así. Y efectivamente, leía esta convocatoria y me sorprendía de cómo el bable había llegado tan lejos. Claro, un poco más abajo, comprendía que había una errata en el título: el tipógrafo se había equivocado y había puesto bable en vez de babel, con lo que la cosa ya empezaba a cobrar sentido. Pero, afortunado error, felix culpa, que hizo de nuevo presente aFernandoen mi mañana.