Este fin de semana han estado y están por casaunos cuantos jóvenes interesados en ver algo de la vida dominicana, de ver cómo vivimos, quiénes somos, qué hacemos y cómo nos las apañamos. Cada uno tiene su historia, al igual que cada uno de los frailes la tenemos, y unos tienen más preguntas que otros, cada uno, también, desde lo que ha vivido y desde su Sitz im Leben o lugar en el mundo (pero ¡qué bien suena en alemán el chichinleben!).En cualquier caso, sus preguntas nos están sirviendo mucho a los frailes, no sólo porque cada uno nos comprendemos a nosotros mismos cuando tratamos de explicar nuestra experiencia, sino porque escuchamos cosas de otros frailes que ni sospechábamos, precisamente porque nunca habían sido comentadas ni formal ni informalmente (no porque fuesen secretas, si no tampoco hubiesen salido hoy).Y así uno se entera de que mi buen amigo y hermano X (ya no digo nombres, que luego todo se sabe) fue 10 años ayudante de universidad, que el otro Y vivió tantos años en Pamplona, etc. Y no porque no nos conozcamos, que nos conocemos, sino porque de vez en cuando se generan contextos que posibilitan la comunicación de determinadas cosas. Que hacen falta más de vez en cuando, es posible. Pero siempre hay que encontrar la mesura, pues al igual que la sonrisa es lo más deseable, una sonrisa eterna acaba convirtiéndose en una mueca. En fin, que espero que hayamos servido de algo a estos muchachos que andan buscando su sitio en el mundo.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.