Nov
Thick y thin
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Por el blog de mi hermano en religión Martín Gelabert me entero de que un escaso de razón que, porque sabe escribir se cree el no va más (fíjate, creo que a escribir se aprende a los 3 ó 4 años y no se suele olvidar, salvo que a uno le dé un ictus) o quizá porque sabe pintar (anda, si a pintar se aprender con un año y medio, y tampoco se olvida, salvo que a uno le salgan hemorroides gigantes que le impidan sentarse) o porque sabe nadar (¿cuándo aprendí yo? No me acuerdo, qué pena) o porque hace cualquier cosa de las que hace todo el mundo, quizá algo mejor, o quizá en una situación más privilegiada (que en algunos casos no se puede discernir si es a o es b) nos pone a los dominicos a caer de un burro. Como los niños (que saben pintar o escribir o nadar como él) habría que decirle: pues anda que tú. Pero el tal mindundi a mí me importa un rábano, la verdad, bueno, me importa en cuanto ser humano y en cuanto que comparte una esencia (ay, dije esencia) que nos incumbe a todos, y más como cristianos (ay, dije eso). Me importa sólo en cuanto que es síntoma de nuestro tiempo, tiempo que es como cualquier otro, en el que varían los qué, permaneciendo el cómo. Me explico, y para ello voy a usar unos términos de los filósofos analíticos que me vienen pintiparados para lo que quiero: thick (denso) y thin (flacucho, no denso). Hay cosas que en una sociedad y época (llamemos a esto cronotopo) son thick y no admiten crítica por pequeña que sea. Hay otras que en un cronotopo son thin y, por tanto, objetivo sin sanción de cualquier crítica. Hubo una época en que la Iglesia, los dominicos, las patatas fritas, los machos ibéricos y otras cosas eran thick: ay de quien dijese algo: la sociedad, con todo el peso de la ley, caería sobre ellos. Hoy, menos las patatas fritas, todas esas cosas son thin: usted déles, porque toca darles y total, es gratis y hasta aplaudido. Hubo una época en que determinadas cosas eran thin: los judíos, el feminismo, las mallas de baile y el flamenco. Hoy, menos las mallas de bailes, todas esas cosas son thick: ay de ti si las criticas lo más mínimo. La sociedad, con todo el peso de la ley, blablablá. Imagínense que ese pizpireto pazguato hubiese dicho que los judíos, las feministas o los cantaores de flamenco son hijos de mala madre o las paridas que dijo. Le hubiesen cortado la cola, porque el cronotopo (nuestra época y sociedad) no lo permite. Pero no hay que echarse las manos a la cabeza ni gastar adrenalina a lo tonto. Los tiempos cambian y van generando sus espíritus “ilustrados”. A mí, la estupidez de ese tipo, cuyo nombre he olvidado, me ha servido para escribir estas letras, que, a fe mía, no están nada mal, jajaja. Los tiempos cambian, sí (y también lo dice Battiato, aunque sea de cajón).