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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

30
Ago
2009

Undergraduate atheists

6 comentarios

El otro día leí un mini reportaje de Saramago en El Mundo acerca de su última novela, “Caín”, que quizá me tenga que leer, obligado, pues hace tiempo leí “EL evangelio según Jesucristo” y me pareció terrible, perfectamente escribible por un adolescente malencarado con ciertas (sólo ciertas) dotes literarias. Ahora leo toda esta sarta de despropósitos acera de Dios, del AT, y de cosas por el estilo (no digo que no haya gente religiosa que piense así en Dios y en la Escritura, pues de todo hay en la viña del Señor y en cualquier otra viña) y me viene a la mente un libro que deMark Johnston, Saving God: Religion after Idolatry” que estoy pendiente de leer (aún no lo tengo, pero el pedido está cursado), en el que, como se ve en el resumen de prensa, habla de las tendencias idolátricas de la religión misma (quizá las que tiene Saramago en mente) y de los "undergraduate atheists" (Dawkins, Hitchens… y creo que también habría que meter aquí a Saramago), es decir, aquellos que mantienen una imagen religiosa de primera comunión. Por supuesto que todos creímos alguna vez que Dios tenía barba y se cabreaba si no comiamos… cuando teníamos 5 años. También creímos que la Biblia admitía sólo una interpretación historicista y que el monstruo del Apocalipsis tendrá x cabezas con x cuernos en cada una, ni uno más ni uno menos. Y un día descubrimos que habríamos crecido, que cuando éramos niños pensábamos como niños, después ya no (como dijo el Apóstol en ese texto de 1Corintios 13 que ha quedado eclipsado por la belleza de lo que le rodea). Claro que todo el mundo puede y debe hablar sobre religión, lo que demuestra que a todos nos toca profundamente, de una manera o de otra… Pero a veces hay que aceptar, admitir, aunque sea de reojo, que hay otras opiniones que pueden ser más ilustradas que la nuestra (no precisamente la de Saramago o la deAntonioGala, que hoy también tiene picores y cree que la humanidad ha empezado a razonar con él).

 

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Moisés Pérez Marcos
31 de agosto de 2009 a las 12:32

¡Ay, estos ateos de todo a cien! Ya me gustaría a mí poder tener a mano a los voltaires, o a los nietzsches, o a cualesquiera de esos grandes que han pasado por ateos. Ellos nos ayudaron a purificar nuestra fe, a saber dar mejor razón de ella. Los que ahora se dicen ateos no pasan, muchas veces, de ignorantes. Desconocen la teología, permanecen sandios en lo que a la reflexión sobre la experiencia religiosa se refiere, incluso desde un punto de vista puramente antropológico. Es cierto que les resulta difícil creer en bobadas y simplezas… como a nosotros, los creyentes. Pero una cosa es criticar las creencias bobaliconas, los cultos vacíos, y otra muy distinta es cuestionar la fe simple, casi iletrada, pero profunda, de mi abuela. Con respecto a lo primero, la crítica al culto vacío, no se ha superado, a mi parecer, la crítica de la propia Biblia: lean a los profetas, lean el NT. ¡Eso sí que es crítica verdadera a la religión! Con respecto a lo segundo, criticar la fe profunda de los sencillos, sólo digo una cosa: el día que los ateos de todo a cien sean mejores personas que mi abuela, me plantearé si podrían tener razón. Mientras tanto, ¡que se vayan a freír espárragos! ¡Que estudien un poco más y que pontifiquen menos!

Makarios
31 de agosto de 2009 a las 14:04

Bueno, respecto al Sr. Gala, no hay problema: el Dios explicito que reclama, dada su edad, no tardará demasiado en llegar.
Respecto al Sr. Saramago, pues también bueno. Disparatar demasiado en una especie de huida hacia adelante, termina volviéndose en contra del disparatador. En unos meses Saramago necesitará otra novela provocadora para que las masas no lo olviden. Sic transit intelectualitas (¿se dice así?)De todas formas, con estas y otras tonterías va a vender un libro más, porque me tienta leerle y creo que voy a caer en la tentación.

Y Dios también seguira leyendo divertido los disparates de sus criaturas, incluidos los mios.
Un abrazo

Fray Benito,op
1 de septiembre de 2009 a las 02:31

Esto que se está comentando,es algo pero que muy serio.No se trata de quien escribe mejor o peor,quien sabe mas o sabe menos.Se trata de FE y la FE es un regalo que Dios hace.Se puede saber todo el NT y no tener FE.Se puede ser nobel de literatura y no tener FE.En España se ha impartido clase de religión en todos los colegios durante 40 años y hay menos FE.¿Porqué los obreros con Fe no arrastran a sus compañeros? ¿Porqué la gente sabia con FE es mirada por encima del hombro por la inmensa mayoria de los intelectuales? No será que nuestra Fe es de todo a cien? ¿Recordais como se llama el primer pecado capital?

entós susurrante
2 de septiembre de 2009 a las 15:48

Suscribo, desde luego, cada uno de los comentarios que hay aquí, y estoy de acuerdo con Moisés: sí, "por su amor los conoceréis"... Supongo que frases como esta pondrán los pelos de punta a los Galas, Ssramagos y demás, pero eso es lo que, sin duda, marca la diferencia entre la abuela del querido amigo Pérez Marcos y relucientes intelectuales que aún no se han dado cuenta de que ya Platón (cito a una "auctoritas" de nuestra cultura, en principio no "impregnada" (¡!)de "ñoñerías" religiosas) nos invitaba con la "anámnesis" a profundizar en nosotros para encontrar el verdadero conocimiento... Por cierto, sólo desde ese Verdadero Conocimiento es posible vivir con la bondad de la abuela de Moisés, aunque probablemente no haya ido a ninguna "Akademía" ni haya estudiado teología. ¡Un homenaje a todos esos modelos humildes en apariencia, que nunca han escrito novelas salvo las letras cotidianas de su vida sencilla! Bien se merecen un nieto tan preparado que transmita a los demás la verdadera importancia de esa gran persona.

Arnadí médico
3 de septiembre de 2009 a las 23:33

Hola normalmente escribo en otros blogs dominicanos, pero con todo cariño me debéis perdonar porque veo que os sube mucho la adrenalina y como medico me preocupa.
En primer lugar no hay que preocuparse tanto por el ateismo pero si ocuparse, como decía La madre Teresa todo el tiempo que perdemos en criticar lo perdemos en amar.Con eso quiero decir que Jesús se ocupo de los paganos de los ateos y de todos lo que no nos gustan, combatió la idolatría porque haberla la hay y dentro de la Iglesia creerse y tocar imágenes y otros ritos no son mas que incorporaciones paganas que a algunas personas les sirven como instrumento de comunicación y creencia.
Debemos de acercarnos al corazón de las personas al sagrario interior donde dentro del ateo a lo mejor esta Jesús.
Lo que le impactara es el amor y nuestras obras, debemos ser distintos.
En otro orden de cosas aunque no soy un literato y no me gusta Saramago reconozco su maestría para hacer un libro de la nada y en cuanto a Gala en su poesía hay gran despecho y mucha espiritualidad como un fraile despechado, pero fantástico.
Un abrazo con cariño critico

Keynes
4 de septiembre de 2009 a las 21:08

Querido amigo Sixto, te pido que me disculpes porque no soy como tú.

No soy como tú porque a mi nadie me obliga a leerme ningún libro, ni a nada. Mi sagrada autonomía kantiana es quien decide soberanamente lo que debo decidir por mi mismo, con enorme responsabilidad, y sobre cuestiones que rigen mi vida y la de mi familia y amigos.

No soy como tú porque no sé teología y no sé hablar, como tú, sobre lo divino y lo humano. Te pido, sin embargo, que me permitas pensar por mi cuenta. Al hacerlo, así como a ti se te ha venido a la mente el libro de Johnston, a mí, al leer tu escrito me he acordado de un tiempo en que era creyente y he asociado tus comentarios a los libros de Carlo Carretto: Cartas del desierto, Lo que importa es amar, Más allá de las cosas, Mañana será mejor, Padre en tus manos pongo mi espíritu…me permito recomendártelos, no tienen desperdicio, creo.

No soy como tú porque creo que no hay nada de malo en tener una imagen de Dios (tu la llamas “religiosa”, yo no la llamaría así) de primera comunión porque “Si no os hacéis como niños…” a menos que entres en contradicción con lo que has escrito después y pienses que la abuela de Moisés está en un error al no poder dar razón fundada de su fe, sencilla como la de los niños.

No soy como tú porque soy consciente de que el amor al estudio de la teología y la pasión por la investigación exegética, pueden engendrar monstruos de egoísmo, ciegos coleccionistas de verdades, taxidermistas de la fe.

No soy como tu porque ¿de qué me vale rezar bien el oficio divino, aunque sea con el Misal Diario de la orden O.P., con el “Imprimi potest” de Manuel Suárez (1950), oír bien la misa, batirme por los dogmas escolásticos de los teólogos, y escandalizarme por los que no tienen la misma fe que yo, o simplemente ninguna fe como yo, para después quedarme a las puertas del purgatorio? Sólo sé que seré juzgado por el amor.

No soy como tú porque no tengo el egoísmo de los buenos, el de las almas piadosas como la tuya, el de aquellos que a fuerza de ejercicios gimnásticos espirituales y de renuncias corporales y mentales –sí, sí, esos que producen el leve, pero dulce e inconfundible sabor de la soberbia– se saben superiores a los demás. Por eso, como soy agnóstico, no me atrevo a ponerme en los primeros bancos del templo porque si lo hiciese te oiría pronunciar ante el altar de Dios y con enorme humildad: “Señor, no soy como los otros hombres” (Lc 18,11).

Seguiría pero no quiero cansarte. Sólo te diré dos cosas más. O tres.

Primera, y a la que muy a mi pesar me veo obligado a hacer referencia por el tono de tu escrito, que soy uno de esos intelectuales de los que hablas en tu escrito, Doctor en Economía, Master en estudios Europeos, profesor de la Universidad de Valencia, profesor de la Universidad de Amberes. Es verdad que, aunque estoy terminando filosofía pura, no tengo opiniones tan ilustradas como las tuyas en materia de religión y de teología pues me ocurre como a la abuela de Moisés: que tengo una no-fe “de los sencillos”.

Segunda que “La fe y la esperanza desparecerán pero el amor será eterno” (Cor 13,13).

Y, tercera, que cuando me muera seré feliz y moriré tranquilo si puedo afirmar: “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera”.
(2 Tim 4,7), aunque esa carrera vaya en busca del amor por los hombres.

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