12
Ene
2008Ene
Vivir, ver, volver
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Ayer me llegó un correo de Juan Almarza, OP, en el que me hacía caer en la cuenta de algo que, por cotidiano, suelo olvidar. Es aquello de Azorín de “vivir es ver volver”. Juan le suele decir a Fernando Soria, OP, que es tan antiguo vistiendo que la moda retro le va a pillar. Y así ha sido, a tenor de lo que aparecía en El País de ayer: unas zapatillas que son las que Soria lleva calzando desde que el mundo es mundo o, al menos, desde el concilio de Trento. Las zapatillas de Soria se caracterizan por haber visto pies por dentro y mundo por fuera durante un porrón de años. Juan Almarza me hace notar y recordar que el tono “negro-azul desvaído” que luce Soria en sus pies en cuanto el tiempo frío cede su lugar a la clemente primavera se ha puesto de moda otra vez. Y así es, vivir es ver volver y quien mucho ha vivido, mucho ha visto, de poco se extraña, mas eso no le impide seguir esperando aperturas radicales (como hace Vattimo en su artículo aparecido hoy en El Mundo, acerca de la esperanza y de la encíclica papal). Por cierto, hablando de aperturas: se ha muerto Hillary, el primer hombre en coronar el Everest. Y he prestado mucha atención a la noticia, precisamente porque estudié su nombre (y el de Tenzing) y su gesta cuando cursaba la enseñanza básica o la secundaria, no sé si en la asignatura de historia o en la de inglés. El caso es que lo estudié, y eso marcó una impronta (de hecho, a Hilario Provecho, OP, nuestro síndico provincial, yo le llamo Hillary en honor del escalador). Me asusta la cantidad de cosas que van a pasar inadvertidas a una generación de españoles que no se sabe muy bien qué demonios estudian en los colegios. Eso pasa factura, porque, lo dije y lo dijo Azorín, vivir es ver volver.