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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

12
Ene
2008

Vivir, ver, volver

6 comentarios

 

Ayer me llegó un correo de Juan Almarza, OP, en el que me hacía caer en la cuenta de algo que, por cotidiano, suelo olvidar. Es aquello de Azorín de “vivir es ver volver”. Juan le suele decir a Fernando Soria, OP, que es tan antiguo vistiendo que la moda retro le va a pillar. Y así ha sido, a tenor de lo que aparecía en El País de ayer: unas zapatillas que son las que Soria lleva calzando desde que el mundo es mundo o, al menos, desde el concilio de Trento. Las zapatillas de Soria se caracterizan por haber visto pies por dentro y mundo por fuera durante un porrón de años. Juan Almarza me hace notar y recordar que el tono “negro-azul desvaído” que luce Soria en sus pies en cuanto el tiempo frío cede su lugar a la clemente primavera se ha puesto de moda otra vez. Y así es, vivir es ver volver y quien mucho ha vivido, mucho ha visto, de poco se extraña, mas eso no le impide seguir esperando aperturas radicales (como hace Vattimo en su artículo aparecido hoy en El Mundo, acerca de la esperanza y de la encíclica papal). Por cierto, hablando de aperturas: se ha muerto Hillary, el primer hombre en coronar el Everest. Y he prestado mucha atención a la noticia, precisamente porque estudié su nombre (y el de Tenzing) y su gesta cuando cursaba la enseñanza básica o la secundaria, no sé si en la asignatura de historia o en la de inglés. El caso es que lo estudié, y eso marcó una impronta (de hecho, a Hilario Provecho, OP, nuestro síndico provincial, yo le llamo Hillary en honor del escalador). Me asusta la cantidad de cosas que van a pasar inadvertidas a una generación de españoles que no se sabe muy bien qué demonios estudian en los colegios. Eso pasa factura, porque, lo dije y lo dijo Azorín, vivir es ver volver.
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Un docente
12 de enero de 2008 a las 19:01

Te puedo decir lo que no nos dejan enseñar en ESO a los alumnos. Como tengo que elaborar una programación de la que he de responde y debe ser acorde con el currículo oficial, he de estar muy pendiente de que los alumnos alcancen los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales propuestos, de lo contrario habré de elaborar una adaptación de la programación en la que deje constancia en qué, cada uno de los treintaytantos alumnos, no ha podido cumplir con los contenidos; cómo vamos a recuperar lo no alcanzado y qué actividades de refuerzo educativo se llevarán a cabo. A continuación, debo reunirme con los padres para que se corresponsabilicen del trabajo de sus hijos, he de realizar un informe detallado de cada reunión y cada alumno. Seguidamente debo ponerme en contacto con el equipo pedagógico y ver las carencias. Acabado esto, debo modificar la programación con el fin de que recoja las modificaciones y he de estar dispuesto corregir mi actividad docente.
Sumado a todo esto, como soy tutor, debo atender la necesidades educativas, psicológicas, afectivas, espirituales e, incluso, escatológicas, de mi tutoría. También debo participar en las reuniones de departamento y realizar los informes pertinentes.
Cuando todo esto termina le dan viento fresco a las causas de la caída del Imperio Romano, a la organización del Imperio Bizantino, a la comprensión de textos históricos y a la realización de debates en torno al concepto de historia en Grecia y en Roma.

Otro docente
12 de enero de 2008 a las 19:47

Señor o señora docente: Está claro que es difícil conseguir menos y dedicarle más tiempo y esfuerzo.

Anónimo
12 de enero de 2008 a las 20:19

Pues sí. Pero creo que la falta de consenso en una ley de educación, está a la base de tanto trabajo y esfuerzo de nula utilidad. En cuanto cambie el poder, habrá que replantear de nuevo todo el sistema para que se note....
-Oiga, ¿y los alumnos?
-Anda, no había caído que hay alumnos.
Entonces a los docentes que se quejan, les preguntaría: ¿para cuando la huelga de brazos caídos o a la japonesa para que se pacte entre los partidos una ley de educación a gusto de todos y que haga fructificar vuestro trabajo?

El docente
12 de enero de 2008 a las 22:25

Para educar bien no necesito más leyes, es decir, no necesito ninguna ley. Necesito:
1. Grupos de alumnos reducidos, entre 10 y 15, dependiendo del alumnado. De esta manera se podría atender las famosas necesidades educativas especiales sin quitar nada a ningún alumno.
2. Menos carga lectiva, o bien, menos carga administrativa. El exceso de burocracia con el que se nos ha cargado hace que podamos dedicar menos tiempo a la docencia. El tiempo que dedicamos al Otro simbólico lo perdemos del otro imaginario.
3. Disponibilidad de recursos y reducción del material escolar obligatorio: libros de texto.
4. Racionalización y flexibilidad del horario lectivo. Summer Hill tenía razón en que el momento adecuado para enseñar no tiene horarios.
Aún así, intentamos dedicar lo mejor que tenemos porque los alumnos lo merecen, no son culpables de la situación social y familiar en que viven. La escuela es la única esperanza de que no se les aborregue.
No haré huelgas contra nadie, ni para pedir salario, pero sí me manifestaré en favor de una escuela humana, donde los seres humanos, docentes y discentes a la vez, nos podamos desarrollar el libertad y fraternidad.

Julia
14 de enero de 2008 a las 15:58

No quiero ni pensar con tantas necesidad es como se plantean para una buena educación, como pudiero aprender, ni siquiera a leer, la gente qeu estudio en las escuelas de hace treinta años, sin medios, con un cuaderno, un lápiz y una estufa que sólo calentaba a las primeras filas.
Vivir,dice bien quién lo diga, es volver y veremos volver la disciplina, los suspensos que no te dejan pasar de curso y la autoridad en la aulas.
Porque o lo vemos volver o vemos como nuestro sistema educativo nos condena a formar parte de una sociedad de salvajes.

chabacana
30 de enero de 2008 a las 14:34

lo que ueremo el docente/a es cobrar sin trabajar. Es lo que emos conseguido. Que dur. Y despues, mandar y pegar sin pegar palo al hagua.charro zurro

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