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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

3
Feb
2008

Vota quien quieras, menos a mí

5 comentarios

 

Dice Tomás de Aquino en la Suma Teológica, I-II, q. 19, a. 5 que si la recta razón nos dice que creer en Cristo es malo, aunque la voluntad se incline a creer, lo hará de modo ilícito. ¿Qué significa esto? Que el criterio último de acción moral es la conciencia. Y la conciencia se forja escuchando a unos, leyendo a otros, creando hábitos, buscando tras lo aparente, etc. Estos días, la moda conversacional es el escrito de la conferencia episcopal española para orientar el voto en las próximas elecciones. No he leído la recomendación (ni creo que lo haga, porque la conferencia episcopal es tan productiva que no hay tiempo ni ganas para leer todo lo que publican), de modo que hablo de leídas, de lo que dicen, de lo que les han contestado y de lo que dicen que les han dicho los que les han dicho que han contestado. En resumen: vote usted, cristiano o no, católico practicante o de bajo perfil, a quien le dé la gana, es decir, a quien le dicte su conciencia. El documento de la conferencia episcopal no tiene valor de magisterio infalible, ni mucho menos. Tómenlo como una recomendación, una admonición, que tampoco está mal –ya que todos los políticos están soltándonos soflamas sobre a quién debemos votar, y no conozco ni a uno solo que diga “a mí no”– que alguien apele a algo distinto de si nos van a subir las pensiones, a bajar los impuestos, a regalar dinero o a dar caramelos a la salida del colegio. Quizá nos haga pensar. Yo voy a votar a quien quiera, faltaría más, y no por “madurez democrática” (que no sé qué demonios será esa chorrada que se ha sacado alguno de la manga), sino porque, antes que ciudadano (pero mucho antes) soy una persona volente (o sea, que quiere) algunas cosas y nolente (que no quiere otras). Así que, velis nolis, aguantaré hasta marzo los rollos y votaré, programa en mano.
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Doxo
3 de febrero de 2008 a las 22:17

Desde luego, no hay que tomarse demasiado en serio las cosas que la COnferencia Episcopal, el PP o el PSOE o quien quiera digan. Al fin y al cabo, no creo que nadie vaya al infierno o al cielo por votar a unos o votar a otros.

enrique
3 de febrero de 2008 a las 23:02

Por la foto adjunta, parece usted muy joven don Sixto. Tan joven que no debió conocer los tiempos en que defender eso que llama chorrada, la madurez democrática, podía llevarte a la carcel. Pertenece a la generación del desparpajo linguistico,pero de pensar uniforme. El derecho a votar dejó mucha sangre en el camino. Y eso no es ninguna chorrada. La democracia en este pais, en lo social, hay que agradecersela a una sufrida generación que quiso que los que vinieran detrás disfrutaran de una sociedad más justa, libre.Aunque la generación posmoderna se haya criado como nuevos ricos: antes se decían niñatos. La jerarquía eclesiastica de entonces no apoyó la transición democrática. El pueblo demócrata tampoco apoya ahora a veinte obispos que dan la nota, y que flaco favor le hacen al partido politico del que son aliados. Pero la Iglesia es más que veinte obispos que dan la nota. El pueblo de Dios votará en libertad y en conciencia, feliz y agradecido a quienes lo hicieron posible. Mezclar el discurso politico y el religioso cuando conviene es como mezclar churras con merinas, o hacer experimentos, que mejor con gaseosa, a la vista de los resultados.

Makarios
4 de febrero de 2008 a las 11:33

La nota de la CEE me reafirma más en mi fe de que la Iglesia es obra de Dios. Desde el nefasto Edicto de Constantino, una parte de la jerarquía eclesiástica ha estado siempre en el lado de los "servidos", no de los servidores.
El poder civil, político y económico de la iglesia, y fuerzas afines, desarrollado a lo largo de 17 siglos habrían hecho que cualquiera institución humana se hubiera ido al ...garete. Pero la Iglesia, ahora si con mayúscula, siga en pie, proclamando al mundo que la vida y la solución siempre han estado, están y estarán en Cristo; que haya testigos del Evangelio dispuestos a sufrir a unos por un lado y a "alguna jerarquía" por otro, es síntoma y prueba de que Dios existe y Cristo nos lo muestra.
Caramba, casi me ha salido una homilia. Un abrazo

cipriano
4 de febrero de 2008 a las 13:55

Pues yo no voy a votar a nadie. Ni nulo ni en blanco. Este sistema está en caída libre y falta poco para que se estrelle. Por mi parte, cuando llegue el ansiado momento estaré decididamente del lado de sus enterradores y celebraré con júbilo su ruina.La democracia no me inspira más que repugnancia.¡Sólo faltaría que alimentara a la bestia con mi voto!

Cipriano

FFP
4 de febrero de 2008 a las 14:36

Lo siento don Enrique,hay palabras que no requieren ni admiten calificativos porque se traiciona su significado, una de ellas es "democracia" o lo es democracia o no lo es, no hay "democracias maduras" y "democracias inmaduras. En consecuencia tampoco se yo que se quiere significar con "madurez democática" a no ser que sea otra demagogia más que suena bien.

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