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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

13
Nov
2008

El soplador de Bach

2 comentarios

Alguna vez me ha dado por pensar qué escucharía, cómo viviría su suerte el tipo o los tipos (cabe suponer que alguno fuese repetidor) al que Bach tenía contratado para que le diese aire al órgano en el que tocaba o componía. Se dice que Bach era un eximio improvisador y en la novelilla “La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”, que es apócrifa pero quién sabe si veraz, se nos cuenta que Ana Magdalena se enamoró al entrar en la iglesia y escuchar el sonido del órgano… Hoy entramos en la iglesia, damos a un interruptor y voilá, a tocar. Pero las cosas no eran tan fáciles en los siglos XVII y XVIII. El aire del órgano se procuraba no por un motor, claro está, sino por medio de diferentes tipos de fuelles, que se accionaban, con las manos, con los pies, caminando sobre ellos (casi como en un gimnasio de los que salen en la tele), accionando palancas manualmente, y de mil formas más. Y cuando Bach tocaba (y digo Bach porque es Bach, qué rábanos, aunque hay una plétora de gentes coetáneas a las que no me hubiera importado escuchar en directo) allí estaba el tipo ese proporcionándole aire. Por eso me pregunto: ¿Qué escucharía? ¿Cómo viviría su suerte? Seguro que no tenía ni idea de que estaba escuchando en directo, y en rigurosa primicia quizá la mejor música de la historia. Si era cultivado prestaría atención; si no, ejercería su trabajo de modo mecánico, esperando que acabase de tocar el viejo peluca. Y sin embargo, había asistido a un acontecimiento absolutamente único, irrepetible, y de una altura artística sin par. ¿Se daría cuenta? ¿Me han pasado a mi cosas análogas? ¿Me habré dado cuenta? ¿Habrá una posteridad que me diga que he estado ciego para la gloria? Que alguien me ponga sobre aviso, por si las moscas…

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jlpalacios
13 de noviembre de 2008 a las 13:22

Bien es cierto que hay momentos de la vida que uno no se da cuenta de lo que está pasando o trascendiendo hasta que no ha pasado un tiempo (en su vida o en la historia en general). A veces, bien es verdad que estamos ciegos ante el presente.

Por otro lado, ojalá el soplador hubiera tenido blog... :-)

Anónimo
13 de noviembre de 2008 a las 21:22

¡Qué hermoso ejemplo "parabólico"! Parece una de esas sabias narraciones didácticas neotestamentarias en la que Jesús bien hubiera podido comenzar diciendo: "Había una vez un "soplador de órgano" (pienso esforzarme al máximo -e invito a hacerlo- para no caer en las "garras" de las referencias semánticas que mi cultura genitalista nos pone siempre en primer plano)que acudía a diario a la Thomaskirchen de Leipzig...y no sabía que su tarea era "sagrada", que sin su acción aparentemente intrascendente de insuflar el hálito vital al instrumento, Bach no hubiera podido traer al Mundo lo que la Inspiración Divina le transmitía (¿es necesario que defina lo que es Arte?)...y nosotros, los receptores de ese Mensaje musical hubiéramos perdido la oportunidad de conectarnos con nuestra verdadera Esencia... Gracias, Sixto, por tu hermosa parábola que nos recuerda que, si estamos ALERTA, sentiremos que somos imprescindibles "sopladores" del Milagro de la Vida y que el Divino Organo universal necesita de nuestra psyché (que en griego significaba en origen, justamente, "soplo"). ¡Que nunca nos falte ese Aire para poder compartirlo!

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