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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
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23
Ene
2008
Doble verdad y fulgor
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Uno lee los medios o escucha las declaraciones (de los que mandan) y se da cuenta de que la teoría de la doble verdad, que con tanta fuerza combatieron los medievales, se va imponiendo poco a poco. Le dicen que “la gente” conduce mejor desde que se aprobó el carné por puntos y esas cosas. Sale uno de viaje y se da cuenta de que “la gente” conduce igual, o al menos “la gente” con la que uno se cruzan. “La gente” corre igual que corría y al llegar al sitio del radar clavan el freno. Le dicen que la economía va bien, aunque los agoreros hablen de recesión. Y usted se da cuenta de que los precios son prohibitivos. Hoy leía no sé dónde que un actor estadounidense dejó una propina de 4000$ por un café que “sólo” costaba 5$. Para mí la noticia es que un café cueste 5$, eso sí que es noticia, que uno pague 3€ por un café (y los pagamos a veces, vaya que sí). Mas le dicen que cuesta 80 céntimos. A uno le dicen que el AVE a Valladolid es puntual. Y uno va al AVE y sale con hora y media de retraso o llega media hora tarde (que en un viaje de 50 minutos ya es llegar tarde). Y a uno le dicen que A, mas uno experimenta que B. Soy demasiado tomista y no me trago la teoría de la doble verdad. Y en este caso me fío más de mis apreciaciones que de las que me filtran los medios o los declarantes. ¿Acaso mienten ellos? No lo diré yo, que eso presupone intencionalidad. Mas bien diré que son bobos que se creen lo que dicen. Ni interés tienen en mentir ya, sólo en crear un mundo en el que –como cantaban algunas señoras al entonar el himno de Santo Domingo, allí donde dice “sol hermoso y fulgurante”– “soy hermosa y fulgurante”. Pues nada, a brillar y refulgir, que son dos días.

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21
Ene
2008
Sabios áulicos
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El artículo de opinión de Juan Manuel de Prada del ABC de hoy es excelente. Su vituperio de los “sabios”, los arbitristas o los consejeros áulicos es genial. Me he reído mucho, especialmente por las referencias textuales y extratextuales que contiene (como la de Pulp Fiction: hay que ver la película, si no, no se entiende). Cuando oigo hablar de sabios me acuerdo de un compañero de clase, en la Virgen del Camino, que en clase de inglés, preguntado y no sabiendo por dónde salir, contestó: es que el otro día dijo un sabio en la radio (ojo a lo de sabio) que el inglés es más fácil para los ingleses y el español para los españoles. No sé quién sería el sabio, ni sé siquiera si lo que dijo el sabio es evidente per se, como si hubiese una constitución previa, una inglesidad constitutiva que, antes de lanzarnos a aprender una lengua, nos convirtiese, por razones geográficas o genéticas, en dignos receptores del habla de Shakespeare. En cualquier caso, creo que nos partimos por la mitad de reírnos, no por la frase, sino por buscar fundamento a esa chorrada en un “sabio”. Así que cuando me hablan de sabios ya no pienso en viejitos que moran en una cueva de la montaña, barbados y barbudos, viviendo de lo que la naturaleza les proporciona, y meditando la mayor parte de su tiempo para emitir, de vez en cuando, una frase ininteligible, sino que pienso en estos consejeros áulicos a los que ya les está prescrito lo que tienen que decir, que, en la mayor parte de las veces, no es más que lo que acontece al final de “Las sillas” de Ionesco: un puro grito gutural sin contenido, una tensa espera que se resuelve en nada (así es como Kant define la risa). La sofía ha devenido en esto. Si usted es medianamente inteligente, no se venda a nadie. Alguien se lo agradecerá algún día.

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19
Ene
2008
Electio, -onis
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He estado un tanto pendiente de la elección del superior de los jesuitas a causa de mi estancia en una residencia de los mismos hace unos meses, como sabrán los impenitentes lectores de mi blog. He de confesar que les cogí cariño, al menos a los que conocí allá, de manera que, a pesar de mi conciencia de que la controversia de Auxiliis aún está pendiente de resolución (jejeje, batalla que no estamos dispuestos a perder), les deseo la mejor de las suertes. La verdad es que el superior “superior” (no sé entre los jesuitas, pero sí entre los dominicos) es uno de los hombres más desgraciados de la Orden. El pobre tiene que capear los vendavales que vamos sembrando los frailes, quizá felicitar a los que vayan haciendo las cosas bien, consolar a los afligidos, procurar que no se apodere de nosotros el síndrome ese del “quemado”, mirar de soslayo hacia el Vaticano, a ver qué vientos soplan por allá y calibrar las fuerzas de las que dispone antes de acometer una nueva batalla. ¿Hace falta una vocación especial? No lo creo, porque en nuestra tradición sabiamente se considera que el que quiere cargos no debe ser elegido. Y al mismo tiempo, entre nosotros, como ha sucedido en las quinielas que daban ganadores en el ámbito de la compañía, el que entra de Papa sale de cardenal (ese resquicio que queda es el del Espíritu Santo). De los pocos maestros de la Orden que he conocido, creo que ninguno estaba cantado. Nosotros, con el permiso de Carlos Azpiroz, nuestro maestro general, ya vamos dejando caer nombres para próximo maestro, ya que en 2010 toca capítulo electivo, mas casi con la secreta convicción de que no daremos una. Que así sea.

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16
Ene
2008
Intolerantes "temerosos"
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La intolerancia que va apoderándose de las instituciones por obra y gracia de unas minorías (o mayorías) poco ilustradas es algo que empieza a ser preocupante. Una de las noticias de estos días es que unos cuantos profesores y estudiantes han vetado la presencia del Papa en La Sapienza de Roma, remitiéndose al caso Galileo, que también son ganas de remitirse. Y me apuesto bastante a que la mayoría de ellos sólo conocen la sintonía de la música y nunca se han parado a mirarle los bajos, es decir, la armonía y las circunstancias. No hay que ser cristiano ni sospechoso de pietismo católico para, en virtud del paradigma intelectual actuante en la época de Galileo, ver que las cosas distan mucho de ser claras. Probabilismo, probabiliorismo y otra serie de juegos teológico-filosóficos que ahora se nos escapan han de ser utilizados en el debate teórico. Y la musiquilla de que Galileo fue condenado por la Iglesia ignorante y machacante, opresora y el sursum corda, cada vez la defiende menos gente. Pero bueno, a mí, la conjura de los necios no me preocupa. Lo que sí me asusta es que se acallen ciertas voces por principio. De hecho, aquí en España, un par de universidades que habían cedido sus aulas para dar charlas sobre el “diseño inteligente” han dado marcha atrás, ante las presiones, y han revocado tal permiso. En la universidad cabe todo lo que se pueda defender con argumentos, y el diseño inteligente supongo que podrá presentar los suyos, que para eso iban esos tipos a la universidad. Y allí será donde hay que discutirles si es menester. Pero se les ha echado antes de que hablasen y no se les quiere escuchar. No lo entiendo, dado que a los políticos sí se les invita a la universidad, y no son más listos ni tienen más argumentos que el diseño inteligente. No lo entiendo (repito). Los progres de todo a cien (es decir, sin ideas y sólo con palabras, palabras, palabras que arrojan a su antojo) son temibles o, como dicen en Pucela, temerosos

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15
Ene
2008
Así se nos ve la memoria
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Estamos envueltos en la alianza de civilizaciones, concepto todavía por definir y que suena bien de entrada, no sé si de salida. Pero aún parece que no hemos resuelto nuestras alianzas internas en este país llamado España. Ayer, en el NY Times, venía un artículo sobre nuestros monumentos y nuestras memorias, que habían quedado un tanto tranquilos durante varias generaciones que sufrieron y pactaron, y a los que los nietos de los que decidieron tirar para adelante les están insuflando nueva vida. No lo digo yo, sino que así es como se percibe desde fuera, como un innecesario conflicto que viene después de un silencio acordado: los hijos del silencio, que no sufrieron las carencias derivadas del conflicto, se han dedicado a darle voz, a infundir a los “símbolos herrumbrosos una significación fresca para un nuevo siglo”. Desde luego, conmigo que no cuenten para resucitar cainismos del año de la pera (porque, se pongan como se pongan los que quieren sacar tajada de todo esto, a los que tenemos menos de 50 años ello nos suena más o menos como los levantamientos de 1808).  Lean cómo perciben los gringos estas cosas. Y digámosles a los políticos que, por favor, el césar debe solucionar sólo lo que le toca y no meterse en lo que no le compete.

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14
Ene
2008
Don Carlos
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Ayer se murió D. Carlos Martín Manjares, ex-deán de la catedral de Valladolid, quien jugó un papel imprescindible en la llegada de los dominicos de San Gregorio a Valladolid, con su Instituto Superior de Filosofía a cuestas. Ya se sabe que nunca fue fácil abrir centros de estudio para los frailes, pero D. Carlos, que siempre confesaba su simpatía por los dominicos, y que, de haber sido otras las circunstancias hubiese sido dominico (ipse dixit), ayudó muchísimo al establecimiento del ISF. Fue nuestro profesor de teodicea y crítica, y una de las lecciones siempre incluía la subida a la torre de la catedral de Valladolid (el ascenso intelectual prefigurado en ese ascenso de la torre) y unas racioncillas de calamares y patatas bravas o ali-oli. Yo tuve la suerte de acompañarle al órgano en sus misas del sábado por la tarde en la catedral durante unos 10 años, y ya era tanta la sintonía musical que existía entre ambos que cuando no se equivocaba uno, se equivocaba el otro. Solía yo seguirle sus homilías, de manera que, al cabo de tanto tiempo, casi sabía, una vez que había dado un requiebro dialéctico, cuál iba a ser su conclusión. Le gustaba citar en ellas a literatos, filósofos, teólogos, de modo que sus prédicas solían estar tachonadas de cultura, cosa que nunca viene mal, dado el panorama desértico que a veces impregna las iglesias dominicales. Poco amigo de soflamas, repetía una semana sí y otra también, aquello de Santa teresa: “Un santo triste es un triste santo”. Y a fe mía que nunca le vimos triste, al contrario, siempre humano y siempre cariñoso. No sé si tenía el “titulo” de benefactor de la Orden. Tuviese el papel o no, que es lo de menos, los dominicos le queríamos como a uno de los nuestros. Descanse en paz Don Carlos.

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12
Ene
2008
Vivir, ver, volver
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Ayer me llegó un correo de Juan Almarza, OP, en el que me hacía caer en la cuenta de algo que, por cotidiano, suelo olvidar. Es aquello de Azorín de “vivir es ver volver”. Juan le suele decir a Fernando Soria, OP, que es tan antiguo vistiendo que la moda retro le va a pillar. Y así ha sido, a tenor de lo que aparecía en El País de ayer: unas zapatillas que son las que Soria lleva calzando desde que el mundo es mundo o, al menos, desde el concilio de Trento. Las zapatillas de Soria se caracterizan por haber visto pies por dentro y mundo por fuera durante un porrón de años. Juan Almarza me hace notar y recordar que el tono “negro-azul desvaído” que luce Soria en sus pies en cuanto el tiempo frío cede su lugar a la clemente primavera se ha puesto de moda otra vez. Y así es, vivir es ver volver y quien mucho ha vivido, mucho ha visto, de poco se extraña, mas eso no le impide seguir esperando aperturas radicales (como hace Vattimo en su artículo aparecido hoy en El Mundo, acerca de la esperanza y de la encíclica papal). Por cierto, hablando de aperturas: se ha muerto Hillary, el primer hombre en coronar el Everest. Y he prestado mucha atención a la noticia, precisamente porque estudié su nombre (y el de Tenzing) y su gesta cuando cursaba la enseñanza básica o la secundaria, no sé si en la asignatura de historia o en la de inglés. El caso es que lo estudié, y eso marcó una impronta (de hecho, a Hilario Provecho, OP, nuestro síndico provincial, yo le llamo Hillary en honor del escalador). Me asusta la cantidad de cosas que van a pasar inadvertidas a una generación de españoles que no se sabe muy bien qué demonios estudian en los colegios. Eso pasa factura, porque, lo dije y lo dijo Azorín, vivir es ver volver.

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9
Ene
2008
Popes, papisas y patentes
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La prensa nos informa de que la justicia ha fallado en contra de una azafata de BA a la que se le prohibió llevar crucifijo al cuello cuando vestía uniforme. Supongo que el caso estará lleno de miles de matices y que los jueces y los abogados defensores habrán investigado el asunto y sus circunstancias desde innumerables puntos de vista. Y han fallado. ¿Habrán fallado al fallar? Quizá la sentencia hubiese sido distinta de haberse emitido hace veinte años y, sin duda, lo sería si el caso aconteciese dentro de veinte años. Pero es sólo un ejemplo de la provisionalidad de la justicia. Como lo es la mente humana. El ABC de hoy trae un artículo demoledor sobre la figura de Simone de Beauvoir, auténtica papisa para toda una generación y bajo cuyo aspecto hagiografiado por más de una generación parece que se ocultaban más miserias que bondades. No seré yo quien me pronuncie, ya que apenas conozco a la autora de “El segundo sexo”, pero siempre me ha extrañado la patente de corso con la que esa extraña pareja que eran Beauvoir y Sartre se movieron por épocas y lugares impartiendo doctrina, patente que deja pequeña la intransigencia del más cerril de los obispos españoles, que a decir del expresidente González, buscan salvar a quien no quiere ni necesita ser salvado. Da que pensar todo, tanto la caída en desgracia de los agraciados por la historia de otrora, como la afirmación de que no se siente la necesidad de salvación. Quizá sea que los dioses nos han abandonado, como decía Hölderlin, y al no sentir ya su rumor nos olvidamos de que siguen danzando alrededor, o quizá sea que nos hemos llenado de caca las orejas y pensamos que todo aquello a lo que podemos aspirar es aquello que nos circunda, y no demasiado lejos, que de altos vuelos nacen enormes decepciones. Si sirve de algo, yo (y seguramente tú si te miras bien) sí que necesito salvación. Y los popes acaban defraudando, así que necesito mirar más alto.

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7
Ene
2008
Apología del piropo
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Para empezar bien el año, nada mejor que la lectura de un artículo simpático y lleno de sentido común. Aparece en la revista El Semanal y lo firma Carmen Posadas y versa sobre el piropo, concretamente sobre la pérdida del mismo en España, lo cual es un síntoma, es decir, además de un hecho nos remite a una situación de estupidez inducida que no es que haya acabado con las esencias patrias (¿qué será eso?), sino que nos ha vuelto un poco más tristes y vanos. El piropo (que no hay que confundir con el grito soez) es un reconocimiento de la belleza, la gracia, el donaire (uy, qué palabra, si no la usa nadie) y una puesta en ejercicio del buen gusto. Siempre he defendido que la belleza es importante, atrae, se difunde como un suave aroma. Hoy vivimos una especie de esquizofrenia: a uno se le puede llamar de todo menos feo. Se le puede decir que no es inteligente, que es arisco, asocial, etc., pero no que es feo, aunque lo sea más que Picio. Y, al mismo tiempo, se insiste desde ciertas instancias en que la belleza es una construcción social. Sin negar la parte de verdad que eso tiene, que es nimia, hay que afirmar que los estudios científicos, que son los que suelen aducir los que quieren defender una tesis de manera irrefutable (como si la ciencia fuese palabra de Dios y no hubiese posibilidad alguna de verdad fuera del método científico) no dejan lugar a dudas: la apreciación de la belleza es previa a cualquier constructo social, aunque éstos puedan modelar su apreciación de algún modo. Yo no tengo el más mínimo reparo en mirar a una chica guapa. Y no creo que por eso se me pueda tildar de lúbrico (aunque me da absolutamente igual el asunto de la tilde). Un fraile muy venerable me contaba que, en una ocasión, salía del metro de una gran ciudad y se cruzó con una chica despampanante, tanto que no pudo evitar quedar prendado de esa presencia. Detrás de esa chica venía un fraile de otra familia, al que conocía y que también se le quedó mirando, quizá sorprendido por la intensa mirada que el dominico lanzaba a la muchacha. Las meninges funcionaron rápido: “Si tan bella es la criatura –le dijo el dominico–, ¿cómo será el creador?”. La cuarta vía de Tomás de Aquino va por aquí. Así que comiencen 2008 lanzando piropos, que es sano para el que lo emite y para el recipiente.

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