Lo comentábamos Moisés y yo al salir de ver la película de Rambo. Johnny Rambo es sólo un barquero que transporta gentes de un lado a otro sitio no muy recomendable. Cuando Johnny salva el pellejo del contingente de mercenarios, uno le pregunta: “¿Quién eres, barquero?” La pregunta –¿quien eres?– sólo se hace ante la sorpresa. Mutatis mutandis (que luego me van a decir que hago comparaciones que vaya usted a saber), cuando Jesús hace milagros, las gentes se preguntan: ¿quién es éste que…? La pregunta por el ser, he ahí la gran cuestión. Y además, Rambo es barquero (resonancias de Caronte, de la tormenta evangélica de la que Jesús salva a sus discípulos caminando sobre las aguas), jajaja. Se nota que me gustó la peli, a pesar del cínico crítico de cine que se dedicó a contar el ingente número de muertos que hay en ella (no sé cómo, porque es imposible, ya que en las explosiones caen como moscas los que vemos y los que no vemos, pero siempre hay un listo que se ha leído un guión que no se ha escrito, jejeje). Rambo es moderno: tiene clarito quiénes son los buenos y quiénes los malos, nos pone las cosas fáciles. La postmodernidad ha introducido dudas más que razonables. Pero Rambo no duda, y nos presenta casos de lo que han llamado (Hannah Arendt dixit) la banalidad del mal, el mal radical: nadie duda de quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y Rambo hace justicia, como el Dios veterotestamentario. Desde luego, la ética de Rambo no es la del Nuevo Testamento, dónde va a parar, ya que el NT es la sobreabundancia de la gracia y la misericordia. Pero la misericordia se ejerce sobre la justicia, y si no se es justo no se puede ser misericordioso.
La peli no está mal hecha técnicamente. No es la peor que he visto este año, ni mucho menos. Y del mal radical, el mal gratuito, el mal banal, este siglo pasado (y por lo que no sabemos, seguramente este siglo en el que estamos) sabe bastante. ¿Qué la peli es maniquea y presenta bondad y maldad sin matices? Sin duda. ¿Que Rambo es un personaje plano, del que no se espera evolución? También, pero de espléndidos personajes planos está el cine lleno. Eso no le descalifica. Y no cabe duda de que es un icono del cine, nos guste o no. Y finalmente: “las cosas son, no pueden cambiarse” suena a Parménides, así que toma resonancia culta. SI quiere, vaya a verla o véala en vídeo, aunque tenga que mantener una distancia irónica (que no ha sido mi caso).
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