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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor


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27
Feb
2008
Mi vituperio
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Alguna vez dije que en el blog sólo iba a hablar de cosas importantes, pero he de desdecirme. Seguro que he hablado de tantas cosas inanes que ya ni recuerdo… Pero de vez en cuando hay cosas que no son importantes pero que, paradójicamente, requieren de un pequeño comentario, aunque suene horrible. Ya, laus Deo, se distribuye en España el librillo de mi factura Vituperio de Orbanejas  que hace unos meses apareció en México. Se demoró bastante en llegar por problemas de aduana. ¿Sería que el aduanero de turno se puso a leerlo y lo consideró inválido o irreverente? Jajajaja, un poco quizá lo sea. Sé que esto es propaganda de mí mismo, pero suelo ser caritativo en mis lecturas de otros, y ya se sabe, como dice el Apóstol, la caridad empieza por uno mismo. Supongo que el editor, que es lo suyo, quiere que se venda como churros. Al autor, que es lo mío, le interesa sobre todo que se lea, por eso lo traigo aquí, porque yo me lo pasé muy bien escribiéndolo y me gustaría que alguien más (me consta que algún despistado ya ha habido) pasase un buen rato leyéndolo. Creo que da que pensar. ¿Se puede pedir más por ese precio?

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25
Feb
2008
Religión y sentido
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La columna de Manuel Vicent con la que ayer se cerraba El País es sugerente, un bonito ejercicio de razón. Pero aunque tiene parte de ella, no la tiene toda. Y es que hace ya mucho tiempo que se ha impuesto el tópico de que el origen de la religión (y de modo falaz se suele inferir que si tal es el origen, tal es la única justificación) es el miedo que los hombres tienen a la muerte. Si no existiera la muerte, no existiría la religión. Y he de reconocer que el pensamiento es sugerente, sobre todo por su rancio abolengo. Pero el abolengo no lo es todo, y a esta altura de la vida, de la historia, de la fenomenología y la filosofía de la religión, ya no se puede afirmar como una verdad de hecho. La religión es algo bastante más complicado (y completo) de lo que esa máxima suele dar a entender: si no existiese la muerte, no existirían los dioses. No es del todo cierto. En ese mismo periódico, ayer también, unos científicos postulaban la posibilidad de una inmortalidad fáctica: que los hombres no muriesen nunca (utilizando, claro está, una serie de técnicas de las que quedaría excluido el 99.9% de la humanidad, pero ese es otro cantar). ¿Desaparecería la religión entonces, si es que entonces hubiere entonces? Puestos a hacer juegos y cábalas mentales, me permito dudarlo. La religión, cualquier religión, es una propuesta de sentido. Y el sentido, si bien tiene mucho que ver con el hecho de que nos morimos, también tiene mucho que ver, más si cabe, con el hecho de que vivimos. Sólo en el caso de que el hombre no viviese desaparecería la religión. Y es que entonces no haría falta. Mientras tanto, andará por ahí, porque somos seres abiertos al sentido.

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22
Feb
2008
Tele poca cosa
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Hay una cantidad enorme de programas de televisión que reproducen el esquema de las veladas que hacíamos los que pasamos algunos años de nuestra vida en la Virgen del Camino, y probablemente se parecen bastante a los campamentos en los que seguro que muchos de los que me leen han estado en su juventud. Son programas en los que un tipo toca el piano, y los otros tienen que ir inventando letras para esa melodía, si pueden ser de doble sentido mejor que mejor. En otros programas, la gente sale haciendo cualquier cosa, lo que sea. Creo recordar que, en la Virgen del Camino, para que nos dejasen participar en las veladas, había que tener algo que contar, algo que hacer (y donde dice “algo” ha de leerse “algo que mereciese la pena", como tocar el piano, cantar, bailar, contar chistes…, pero, en fin, algo que, al menos el actor considerase digno de presentar, independientemente de cuál fuese el resultado). Entrábamos en aquella sala que había detrás del escenario del teatro, bien surtida de disfraces, y procurábamos hacer algo digno (serio o hilarante, que para el caso es lo mismo). Eso lo hacíamos con 10, 12, 16 años… Y eso mismo lo vemos en la tele, no ante los frailes y compañeros que nos juzgaban severísimamente (y no estoy hablando de juicios morales, que ya nos adelantábamos a ellos, sino de juicios de calidad: lo peor que nos podía decir un compañero era “vaya parida” o ¡qué ridículo”), sino ante cientos de miles, acometido por personas de edad provecta que han arrancado de raíz cualquier indicio de que puedan tener el más mínimo sentido del ridículo. Las veladas en la Virgen del Camino eran un momento importante, acontecían en las fiestas grandes y eran sinónimo de vacaciones, de ocio, de fiesta. Estas veladas de la tele se dan todos los días y creo que son signo de una terrible infantilización de la sociedad, no en el sentido de recuperación de los aspectos lúdicos de la existencia, sino en el de la imposibilidad de pensar más allá del puro gozo inmediato que se experimenta con el ridículo ajeno. No me gusta nada, pero también en esto puedo basar mi juicio en apreciaciones inadecuadas. ¡Quién sabe!

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20
Feb
2008
Ese dibujante
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El dibujante aquel de las viñetas de Mahoma ha sido expulsado del hotel en el que vivía. El hombre estaba allí escondido ante la condena que le echaron encima, y los demás hoteles de la zona, en previsión de las consecuencias que les puedan caer sobre sus hombros (“canguelo, en román paladino) han decidido no cobijarlo ni darle asilo. Apestado queda. ¿Hizo bien o mal en publicar esas viñetas? La cuestión no es esa, en absoluto, al menos hoy. La cuestión, por el contrario, es que es muy fácil solidarizarse con los demás, defender la libertad y cosas por el estilo, en abstracto y sin ponerse en riesgo. Lo estamos viendo cada día de la boca de los artistas (y aquí entran desde los que salen en la tele a los que hacen altísimas obras de arte conceptual) y demás gente pseudo-intelectual que se tientan mucho la ropa antes de condenar algo o, dicho de otra manera, sólo condenan lo que previamente ha sido sancionado socialmente como lícitamente condenable. No entiendo cómo, por ejemplo, en España, no hay una condena unánime por parte de todos los personajes públicos de esa panda de imbéciles que impiden a las gentes del PP dar charlas en las universidades, por el solo delito de ser del PP, pero no dicen nada, por ejemplo, cuando los nacionalistas andan por el mundo (a cargo del erario público) contando sus cuentecillos de pueblos idílicos de gnomos invadidos por los españoles (Por cierto, ¿no es una enorme injusticia que un número mínimo de votos nacionalistas controlen y decidan la política de todo un país?). ¿Acaso no son todas las ideas defendibles con argumentos? Claro, pero curiosamente, las que menos fuerza tienen más requieren de la espada, de la amenaza, del chantaje. Que los hoteles nórdicos, el estado danés, la unión europea o el sursum corda dejen con el culo al aire al dibujante ese, con el riesgo evidente que tiene de que le peguen un tiro por un quítame allá esas pajas, es un delito de lesa majestad. Europa no puede permitirse ese lujo. Y si lo hace, tarde o temprano, quizá no hoy ni mañana, pero sí algún día, que decía Bogart en Casablanca, lo pagará.
 

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17
Feb
2008
¿Importan las palabras?
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Cuando las palabras eran importantes era muy fácil caer en la herejía. Cualquiera que haya estudiado patrología ha podido ver que los Padres se daban porrazos (a veces no sólo dialécticos) por cuestiones de palabras. Todos recordamos el homousios frente al homoiousios (sólo una “i” de diferencia, una iota y ahí se jugaba que Cristo fuese de la misma naturaleza que el Padre o de naturaleza semejante, y eso es mucho jugarse). Aún vivimos la ruptura ocasionada por el “filioque”: si el Espíritu procede del Padre solo, del Padre por el Hijo o del Padre y el Hijo, y ahí están los expertos en ecumenismo tratando de rehacer una historia de malentendidos entre el Oriente y el Occidente cristiano. Y así podríamos escribir libros y libros.
Cuando las palabras importaban…, cuando importaban porque se suponía que había una realidad sustancial, sólida, real, a la que correspondían. O sieplemente algo. Hoy, lo sabemos bien, un político dice que hay que crear tensión, que va a dramatizar, y luego nos dice que quería decir que los nísperos al ajillo saben bien. Eso es lo que quería decir, y aquí no pasa nada. ¿En qué parte del camino perdimos el sentido de la realidad? ¿Cuándo empezó a ser tan determinante la intención que uno tenía, que manipulando un destornillador resulta que pretendía que sonase un la bemol, y los oyentes pacíficos tenemos que aceptarlo? Que hemos perdido el respeto a las palabras es claro, y donde dije digo sigo diciendo digo, porque si digo diego parece que mi pensamiento no es claro, firme, y puede ser que, visto desde una perspectiva marginal, sea posible ese requiebro tan increíble. La postmodernidad, al menos desde el punto de vista del lenguaje, se parece mucho a la sofística contra la que tanto luchó Platón. Que Platón estuviese equivocado es posible. Pero que se pudiese defender lo mismo y lo contrario al mismo tiempo le sacaba de sus casillas. Y a mí también. Pero puedo estar equivocado, claro que sí.

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15
Feb
2008
El vídeo ese
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Anda por internet un vídeo increíble, al que hace referencia un reciente artículo del NY Times. Se trata de una participante norteamericana en un concurso de esos de la tele (bueno, en más de uno, que el concursear es también un nuevo modo de ganarse la vida) en que demuestra no sólo su ignorancia (que ya es bastante) sino su falta de sentido del ridículo y su no asunción del principio de realidad. Un desastre, vamos. En esta parte del Atlántico muchas veces nos reímos de los gringos, de su aparente ignorancia de lo que pasa en el resto del mundo, de su mala educación básica, de la tontuna de sus presidentes (como si nosotros pudiésemos estar orgullosos a ese respecto, jaja). Lo que sucede, entre otras cosas, es que la producción mediática de los EE.UU es tan enorme que lo que merece conservarse en el archivo cultural (que es mucho, casi todo lo que nosotros importamos viene de allá) genera una enorme cantidad de residuos (que pueden, en cualquier momento, ser incorporados a la memoria cultural valorizada, como analiza Boris Groys en su libro Sobre lo nuevo). Sea como fuere, estos vídeos (como los que se hacen en las televisiones españolas haciendo mofa de los políticos de todas partes) son una especie de remedo de aquello que nuestros mayores conocen bien, aquella revista, La codorniz, y otras semejantes, que durante el régimen de Franco permitían dar salida “controlada” a las críticas al mismo. ¿Es eso bueno o malo? Depende, diría un gallego. La risa nunca es inocente, porque siempre tiene un objeto. No existe la risa “de nada”, por eso nos irrita que alguien se ría a nuestro lado: quizá nosotros seamos el objeto de su mofa. Siempre queda el recurso a “es que me he acordado de…”, aunque no suele funcionar, jaja. Disfruten de lo que se convertirá en "cultura" en unos años.

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13
Feb
2008
Ole por María San Gil
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La verdad es que las cosas que pasan en este país, si no fuesen trágicas, serían de sainete. Que una panda de imbéciles abuchee a María San Gil, llamándola terrorista, asesina y cosas por el estilo, nada menos que en una universidad, que es, supuestamente y al menos en teoría, la sede de la ciencia, tiene delito. Que los políticos de otros partidos se queden tan panchos, porque la cosa no va con ellos aún tiene más. Porque, como decía el otro día un artículo del Washington Post, los hombres nacen iguales, pero las opiniones no. La falacia de los que andan todo el día con la palabra democracia en la boca (República Democrática del Congo, República Democrática de Alemania, etc.) es que, aunque no lo crean, están dispuestos a aparentar que sí, que las opiniones son todas iguales. Lo cual no es más que una falsedad. Una opinión, la de estos estúpidos nazis, por ejemplo, que supone una carga de profundidad contra el sistema democrático, el estado de derecho y esas cosas, no puede ser admisible en ningún caso. Y menos en la universidad. Van ya unos cuantos episodios en los que a estos recintos se veta, o al menos se imposibilita, la entrada de gente que tiene ideas, casi siempre por los que no tienen ninguna y sólo viven de eslóganes baratos y del erario público, dos cosas que suelen ir casi siempre de la mano. Todos los totalitarismos empezaron siempre por un grupo de iluminados a los que los demás les dejaron hacer. Y esté uno de acuerdo o no con las ideas políticas de María San Gil (que las ideas políticas casi son lo de menos), de lo que no cabe duda es de que hay que quitarse el sombrero ante esta mujer de bandera. Y si alguno de esos pollinos que hoy la agreden es injustamente recordado por la posterioridad (ya se sabe que la memoria es bastante selectiva) lo será precisamente por ella. Ole y ole María San Gil (que además es licenciada en filología bíblica trilingüe, por si fuera poco. Lo que yo hubiera hecho, de ser ella, es jurar en hebreo o griego).

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10
Feb
2008
Onfray contra Mackie
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Pues sí, qué tranquilidad. Puedo escribir lo que quiera y quien quiera contestar podrá hacer lo mismo, es decir, disfrutar de su libertad en este espacio. Si no se alcanza en otros es por múltiples razones, pero agradezco la solidaridad de las gentes que han manifestado su apoyo en estos momentos de asalto, acoso y derribo, jajaja. Pero nada, é pa’lante que vamos, que dicen en la República Dominicana, aunque no sepan muy bien ni dónde está adelante, ni si van o vuelven. Lo importante es la actitud, ¿no? Estos días ha salido entre los comentarios algo que creo que es preciso recalcar, y es lo que yo llamaría la secuela de Onfray. Michel Onfray escribió un libro muy malo, que se llama Tratado de ateología y que publicó Anagrama. Yo hice una reseña diciendo que si mis alumnos de teodicea me presentaban un trabajo del nivel de ese libro, probablemente suspenderían. Se trata de una obra que se quedo en el siglo XIX. Y si ese es un siglo importante, han pasado muchas cosas después, que hay que tener en cuenta. La racionalidad decimonónica no se puede aplicar sin más al análisis del hecho religiosos en el siglo XXI; al igual que no se pueden aplicar los mismos esquemas físicos o económicos. Si quieren un buen libro, que desarrolla argumentos contra el teísmo, lean El milagro del teísmo, de Mackie. Ese sí. El de Onfray es muy malo. Y el de Mackie es bueno porque, entre otras cosas, se acerca a la racionalidad del cristianismo y trata de refutarla desde argumentos puramente racionales. El de Onfray es el suspiro del ateo incomprendido, enfadado y quizá un poco paranoico por no se sabe qué razón, que sospecha que toda la historia del cristianismo es irracional y un conjunto de falsedades que se ocultan tras un velo de no sé qué. Por supuesto que los cristianos (no todos, quizá sólo los que nos dedicamos o los que se dedican a esto) hemos leído a Feuerbach, y a Holbach y a Hume y a quien quieran (del mismo modo que sólo algunos ateos habrán leído a Feuerbach y a Marx, mientras que muchos otros simplemente se fían). Nunca un cristiano tiene que temer a la razón, que forma parte de nuestra constitución, y si Dios nos la puso, será para algo. El pecado, la falta, o el no poner el talento a producir, es el no usarla. Nunca me cansaré de decirlo, porque ya lo dijo Tomás de Aquino: toda verdad, venga de donde viniere, es del Espíritu Santo. Y ahí está la razón (o amplíenlo, todas las facultades humanas: intuición, sentimiento, experiencia, etc.) para llegar a ella. Si un libro critica la racionalidad del cristianismo de modo racional siempre será bienvenido. La descalificación mutua y fácil que nos hacemos unos a otros no pasa de ser una sopa de humores no digeridos.  Ahora bien, lean lo que quieran, faltaría más, que todos somos libres y todos somos racionales. No dejen que les convenzan de lo contrario, porque no hay nada más lejos de la realidad. Y sin miedo a la razón.

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8
Feb
2008
Trompetas
2 comentarios

 

El evangelio de Mateo nos relata aquella invectiva de Jesús contra los fariseos que van trompeteando por ahí todo lo que hacen, casi siempre para (según su concepción) alabar y dar gloria a Dios, que parece que no tiene otra cosa que hacer que estar pendiente de si éstos hacen o dejan de hacer. Me encanta el verbo trompetear: es que yo hago, yo digo, yo rezo… y a Dios no le queda más remedio que mirarme y, al final, que premiarme. Me recuerda aquella historia del Valido del Rey que relata Torrente Ballester en la Crónica del Rey Pasmado. No conseguía tener descendencia y un fraile no muy espabilado prepara toda una parafernalia mágico-religiosa para obligar a Dios a concederle la tan ansiada prole. Pero algo sale mal (o al menos eso es lo que piensa el religioso) y tal es la razón del fracaso de la imprecación. Cuando Jesús alaba la actitud del pecador que reconoce su culpa y su pecado desde el fondo del templo y pide misericordia, es más que probable que estuviese hasta el gorro de ver exhibiciones del más difícil todavía, de religiosidades pretendientes a entrar en el libro de los records. El misterio central del cristianismo es la kénosis, el vaciamiento, el abajamiento de Dios. Desde ahí, todos los que lanzan soflamas desde sus nichos de pensamiento, diciendo a los demás lo que deben hacer, deberían comenzar por mirarse a sí mismos (la viga en el ojo propio). Yo lo hago de vez en cuando, y me sienta muy bien.

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7
Feb
2008
Convertere ad Dominum
4 comentarios

 

Efectivamente, uno parte de lo que tiene, de lo que es (o se ha hecho, le han hecho, que no vamos a discutir por eso) y no puede renunciar a ello. Ni debe. La parábola de los talentos es clara al respecto. Y esa es la visión cristiana. A cada quien, según su necesidad, y cada quién, según su posibilidad. Lo malo no es equivocarse, que es humano y todo el mundo está en su derecho a hacerlo. Lo malo es persistir en el error cuando se sabe que se está en el error. ¿Qué toca en tal caso? Pues lo que ayer nos decían al imponernos la ceniza: conviértete. El justo peca siete veces al día, más o menos, así que la mayoría de nosotros ni se sabe cuántas. Recuerdo que el coro de la Pontificia de Salamanca solía cantar por las fechas que se avecinan La Gallia de Gounod. Me encanta esa pieza. Son las lamentaciones de Jeremías, con esa llamada a la conversión de Jerusalén, que es tipo de la humanidad y de cada quien. Convertirse es una posibilidad que tenemos, y la posibilidad es el reino en el que nos toca ser y hacer (la necesidad, me parece, le compete sólo a algunas propiedades divinas, a las verdades lógicas y a los pesimistas). ¿Qué las cosas pueden ser de otro modo? Sin duda. ¿Qué sólo son palabras vacías? No, no existen palabras vacías. Las palabras hacen cosas, siempre.

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