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Ene2009Armas permitidas
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Ene
En este comienzo de año, en el que los israelíes y los palestinos se están dando un poco más de estera de lo habitual, y en el que nos encontramos con fotografías que sobrecogen el alma (aunque ya nos hemos ido haciendo inmunes al poder de las imágenes), sorprende una afirmación que hace no sé qué periódico respecto a no sé qué artilugios bélicos que usa Israel y que, si bien son terriblemente lesivos, no están prohibidos por la convención de Ginebra. Y hete aquí que pensé yo para mí: otro caso en el que la justicia y la legalidad no coinciden. Porque está tan de moda sugerir que los límites de nuestra acción (y los sustentos de nuestra ética) son las leyes, que uno acaba por acostumbrarse a creer que lo que no está prohibido por la ley está permitido éticamente. Y siempre he estado convencido, desde que tengo uso de razón (no hace mucho) de que la ley es sólo un pálido intento de reflejar la ética, que sólo en ocasiones tiene éxito, es decir, que sólo en ocasiones se realiza la justicia en el mundo. Sí, novedades Eloína, ya sé que esto lo ha dicho todo el mundo (resuena Kant y su célebre argumento moral), pero parece que lo hemos olvidado, o al menos a mí me da que sí. Quizá, en la vorágine de los petardazos que se lanzan mutuamente David y Goliat en Oriente Próximo, parece evidente que lo legal no se identifica con lo ético… Pero, ¿son realmente las leyes los límites de mi acción? ¿Todo lo autorizado por las leyes es, ipso facto, bueno, moral, ético, admisible? ¿Y todo lo prohibido por ellas es malo? Ni de broma. El legislador no siempre pone en la cumbre de sus miradas la justicia. A los hechos de las armas permitidas me remito.