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May2009Felicidades, Ignatius y Julio
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May
Hay muchas cosas en la vida que causan pesar, sin duda, pero también hay otras tantas que causan alegría. Mira, sin ir más lejos la profesión de Ignacio y Julio en la fraternidad seglar, orden tercera o como queramos llamarla, que al fin y al cabo no deja de ser Orden de Predicadores con todas las letras, llámese como se llame. Y es que si ya nos resulta extraño en este mundo moderno el que uno, más o menos apuesto, listo y más o menos arreglado del coco quiera meterse fraile o monja, donde poco a poco, y siguiendo el camino que nos trazaron nuestros mayores vamos encontrando nuestro lugar en el mundo (Sitz im Leben, dicho en fino, o chichinleben, que ni es aquello ni esto, pero contiene también su filosofía)... Y eso que el camino, si bien no existe, pues cada quien anda su senda, que decía el poeta, se entrevé mirando lo que anduvieron los que nos adelantaron y precedieron. Y claro que hay modelos laicales, y muchos, pero para los que no sabemos mucho de esto, nos da la impresión de que, uau, la virtud tiene que esforzarse sobremanera. Ya no es la vida religiosa el estado de perfección aquel que nos cantaban los clásicos. Bastante más tienen que ejercer la virtud Ignacio y Julio que yo, sin duda alguna, porque en mi caso, si no me hago virtuoso, la vida comunitaria “me va puliendo” velis nolis, y al final, hasta de las piedras salen hijos de Dios, ¿no es así? Mas nuestros laicos, chapó (o chapeau), vaya si tiene trabajo por delante. Les deseo, como hermano, la mayor de las felicidades en la mejor de las vidas posibles, la dominicana. ¡Qué exagerado! Ven y lo verás….