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Jun2012Los cambios y las personas
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Jun
Asistimos a un cambio cultural de envergadura en el que ciertas cosas que para muchos son de cultura general, para muchos otros son objeto de estudio especializado. Hace un par de días, en un periódico nacional, una periodista, comentando la obra de un director, afirmaba que Shakespeare decía aquello de “no hay nada nuevo bajo el sol”. Y no dudo de que lo dijese el inglés en alguna ocasión (seguramente lo hemos hecho todos), pero, como es sabido, la referencia es el Eclesiastés. Bueno, como es sabido por los últimos de Filipinas, puesto que cierto tipo de cosas van equiparando a quienes las conocen con los eruditos en cultura clásica. No todo el mundo es capaz de reconocer a los personajes ni de seguir las narraciones de la mitología griega, porque responden, quizá, a una cultura que nos es ajena, y más desde que se dejó de estudiar en la escuela. Y así cambian los paradigmas culturales y unos modos de entender la realidad y unas narraciones van dando paso a otras, pero eso tiene siempre un coste.
Curiosamente, nuestra generación maneja hoy conceptos económicos que hace 10 años solo eran conocidos por los economistas de escuela. Otro aspecto del cambio cultural. Pero no ha costado cara y nos está costando cara la clase. El pozo en el que se va a sumergir a las gentes que viven de la minería, por poner solo un ejemplo, da idea de que detrás de las teorías y de los manejos macroeconómicos está la microeconomía. La gran teoría se ha instalado en nuestro imaginario colectivo a costa de la práctica cotidiana de ingresar un sueldo más o menos justo para comprar más o menos lo que se necesita.
Alguien que trabaja con gentes sin techo, sin hogar, me comentó hace tiempo que si juzgas de antemano qué ha llevado a esas gentes a esa situación probablemente no actuarás. Siempre, tras todo, hay personas, que son los sujetos de derechos. Y si se olvida eso, se olvida todo.