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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

2
Jun
2010

Decepción de una monja

4 comentarios

Hace unos días, un aspirante a fraile se quedó impresionado con esta declaración tan cruda que hace un personaje de la novela/película de W. Somerset Maugham, El velo pintado. Se trata de una monja que se enamoró de Dios, como una tonta (minuto 4, 08), cuando era joven (todos los enamoramientos son un tanto así), y a la que el decurso de la vida ha ido haciendo calibrar su relación para con Dios, pues éste le ha decepcionado e ignorado, como sucede con muchos maridos humanos, hasta llegar a una relación de indiferencia. Me encanta esta declaración por muchas razones, sobre todo por lo que pone de humano en esta relación, pues lo humano es cambiante, voluble, imprevisible y con clara vocación, quizá por la misma apertura escatológica a lo infinito, a la incompletitud. Concebimos a Dios como inmutable y no sabemos muy bien en qué consiste esta inmutabilidad, porque dentro de nuestra concepción cristiana se incluye también el carácter de pasible. No es nada fácil para la filosofía analizar todos esos términos y meterlos en un conjunto del que no se deriven contradicciones (tampoco es necesario, podría objetarse). Pero tampoco es fácil entender qué se quiere decir cuándo se ubican las relaciones matrimoniales (o religiosas) en un nivel tan inasible como el de las relaciones de Cristo con su Iglesia. Seguro que como meta es un buen propósito, pero la vida es cambio, desilusión, composición y recomposición, y a veces, simplemente es así, sentimos que, como esta monja, Dios nos defrauda. Seguramente seamos nosotros los que nos hemos generado una determinada imagen divina o nos hemos puesto metas que no podemos alcanzar in viam. Quién sabe. Pero también somos nosotros los que a veces sufrimos porque sentimos que las cosas son así. Es probable que cada una de estas decepciones posibles sea la puerta hacia una estancia ulterior de comprensión. Por eso me han llamado la atención las palabras de la monja.

 

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Moisés
2 de junio de 2010 a las 20:58

¡Qué casualidad, Sixto! Ahora estoy releyendo un artículo de Häring sobre la actualidad de la teología negativa, en el que creo que se dicen cosas muy en consonancia con lo que escribes. Dice Häring: "Evidentemente Dios no se deja someter a una identidad limitada. Por el contrario, el todo y la nada se aproximan, la luz es a la vez tiniebla; lo alto se baja, cercanía y lejanía se entrecruzan (...) no podemos ni con la más rigurosa ni la más religiosa de las teologías decir con propiedad quién o qué es Dios". Y un poco más tarde: "Así, la búsqueda del 'misterio inefable', de lo divino en Dios, está siempre vinculada con la expectación y el desengaño, con la confusión y el éxtasis". Pues eso, que ¡viva el apofatismo! Ciao!!

.
2 de junio de 2010 a las 21:13

A mi me gustan mucho la película y el libro. Los consumí en el orden adecuado (primero película, luego libro) y me gustan mucho, cada uno por cosas distintas. He de decir que la segunda mitad de la película va por libre. He estado ojeando ahora el libro , y hay un pedazo en el que la madre superiora narra el momento en el que le dijo a su madre que quería tomar el hábito (pp. 206 y ss, en edición de Brugera). En realidad no tiene que ver con lo que sale en la película. Simplemente son historias distintas.

Saludos

Perpetuo Socorro
3 de junio de 2010 a las 11:20

La indeferencia de Dios la sufre mucha gente, no se que significa, Unos, los misticos la han sufrido, tambien la gente de la calle ve esa indiferencia ante su muerte o la de sus ser4es queridos, ante las catastrofes naturales y los causados por la violencia humana. La pobreza y las soledades de todo tipo. Yo tambien como la monja, pensaba, que Dios te libraria de todo esto y seria tu escudo ante la vida. Pero no es asi...Jesus tampoco se libro del sufrimiento, ¿Que significa?, no se,

entós susurrante
3 de junio de 2010 a las 12:07


No puedo menos de aprovechar la posibilidad del comentario por el tema tan importante que hoy tocas en este texto. No es que en otras ocasiones lo que dices sea intrascendente -por supuesto- es que la cuestión de hoy es central (y lo digo sin ambigüedades) en la vida humana, y por ello en Filosofía. Es este el gran tema (no uno de ellos) de la búsqueda que se emprende impulsados por el amor al Conocimiento. Las palabras de Häring que cita Moisés, y como él bien sabe, resumen el contenido principal que en formas distintas aparece desde los primeros textos de filosofía griega y de cualquier texto transmisor de sabiduría de cualquier cultura. La teología negativa, que, si nos fijamos sin prejuicios, es la declaración del verdadero conocimiento mediante el lógos (el razonamiento), del que se tomó conciencia desde los antiguos sabios de Mileto del s. VI a. C. (en la cultura griega, en otras tenemos testimonios bastante más antiguos), nos permite tomar “posición racional” en el camino hacia la Verdad para continuar “andando”(esto es muy importante), comprendiendo que en el hombre hay mucho más que pensamiento discursivo (Platón, por ejemplo, no se quedó en la diánoia, es la nóesis el grado supremo de conocimiento).
Esa manifestación de la película que citas es muy importante porque, como tú dices, nos invita a humanizar con reflexiones sinceras lo que andamos buscando (sí, Aristóteles habla de ciencia “búscada”, ¿y qué busca esa ciencia, ese conocimiento?) y que, sin embargo, queremos aprehender demasiado precipitadamente sin dejar que la sabiduría que se transmite desde antiguo para enseñarnos sobre esto vaya calando en nosotros. No digamos en el cristianismo, donde la humanización de Cristo disuelve todos los errores y “malos entendidos” sobre qué es Dios para que los hombres no tengamos ninguna duda..., eso, si optamos por Escuchar y Aprender de verdad, soltándonos de viejas creencias mal adquiridas y atreviéndonos a aspirar al Hombre Nuevo. ¿Cómo vamos a Conocer bien a Dios si sólo queremos razonar (insisto: ¿no hay más capacidades "cognoscitivas" en nosotros?) mirando únicamente lo que hay de “malo” en el mundo y sin querer mirar las maravillas que nos rodean.
Yo no he visto la película (la veré en cuanto pueda), pero aprendo de lo que comentas que sin una revisión sincera, procurando silencio (¡ay, esto cómo nos repele!), es decir, sin introducirnos en nuestro interior llenos de resentimientos previos (¿qué silencio es ese?) y cultivando una actitud constante de gratitud por la vida, ese “enamoramiento” que seguro que es una chispa que nos advierte de la verdad que hay en nosotros, se apagará inevitablemente, y confundiremos esto con una supuesta “realidad” que se termina imponiendo (frente al engaño del enamoramiento) a la que debemos resignarnos. Si así vemos las cosas, ¿qué sentido puede tener, por ejemplo, para un cristiano la Resurrección? Obviamente, preferirá anclarse en el sufrimiento como modelo de vida y allí donde mire sólo podrá ver eso.

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