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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
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31
Jul
2007
Post-eventum
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Fr. Timothy Radcliffe, en la misa de Réquiem que tuvimos ayer por Fr. Dominique Renouard, nos decía que tres días atrás, Fr. Dominique le había dicho que estaba viviendo el momento más feliz de su vida como dominico. Había preparado capítulos y ahora estaba en uno, viendo sus resultados, disfrutando del ambiente excelente que se había creado, de la fraternidad presente y actuante. Veía los problemas del gobierno de la Orden, y eso le hacía quererla aún más. Y, decía Timothy, qué mejor lugar para morir que en el medio de los hermanos, in medio fratrum. Es cierto. Se puede ver un mismo hecho desde muchas perspectivas, pero ésta, sin duda, es la más hermosa. Los capitulares se dieron mutuamente un gran testimonio de Orden. Y la provincia de San Luis Bertrán de Colombia ha puesto el listón altísimo, no sólo por las gestiones administrativas que de un evento de estas características se derivan, que eso es lo de menos (aunque hay que hacerlas), sino especialmente por los detalles que han tenido a lo largo del capítulo, pero, quizá de modo especial por lo extraordinario de la situación en el día de ayer. Cuando llegó el cuerpo de Fr. Dominique, ocho estudiantes portaron su féretro hasta el altar. Allí lo instalaron y allí le rindieron homenaje quienes quisieron, tras rezar los responsos oportunos (el socio del vicario de Taiwan hizo tres inclinaciones ante el cuerpo, cosas de la diversidad cultural, un gesto de respeto conmovedor). Pero después, como comentaba ayer, las risas volvieron a fluir, aunque algunos siguieron llorando todo el día. Todas esas cosas, de nuevo, hacen que uno mire a la Orden con una sonrisa esperanzada. Habitualmente, en nuestras provincias españolas, estamos acoquinados, temerosos, porque envejecemos, porque no llegan vocaciones, porque unos cuantos están de vuelta y en vez de tirar para delante son una rémora… Si, eso ya lo sabemos. Por eso conviene salir de vez en cuando de nuestro cascarón y ver la pujanza de la Orden en otras partes. Las ilusiones perdidas no se esfuman, sino que se encarnan en otros. Los estudiantes y los frailes colombianos que están conviviendo con nosotros en este capítulo están siendo una bendición para todos. De modo que comprendamos a los desilusionados, ayudémosles en lo que podamos, pero tratemos de buscar inspiración en los inspirados y en los felices, que reparten vida sin pedir compensaciones, gratis et amore.

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30
Jul
2007
Fr. Dominique Renouard
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El capítulo general se ha despertado esta mañana con una terrible noticia. Cuando íbamos a comenzar la sesión plenaria de hoy, el Maestro de la Orden nos la comunicaba y caía como un mazazo: Fr. Dominique Renouard, vicario del Maestro, había fallecido durante la noche a causa, probablemente, de un infarto masivo. Ni siquiera había cumplido los 60, como si eso fuese motivo para no morirse, pero en fin, siempre tenemos que buscar algunas razones suficientes, por muy insuficientes que se nos antojen. Lo primero fue el desconcierto. Lo segundo, tratar de reconsiderar el momento presente: ¿qué hacer? ¿Cómo se comporta el capítulo en una situación de este cariz? El prior del convento de Santo Domingo, en el que residimos, me decía, en la comida, utilizando un símil muy apropiado, que estábamos “como en Sábado Santo”, un día que ni es el viernes de muerte ni el domingo de resurrección, un día en el que no se sabe muy bien qué hacer. Evidentemente, alguien sabio propuso la necesidad de detener la marcha del capítulo y darnos un tiempo, así como rezar un responso y el oficio de difuntos (morir con los dominicos, decían los clásicos). Y después, todo fueron conversaciones en los claustros, en grupos, sobre la figura de fr. Dominique, sobre la vida y la muerte, sobre la delgada línea que las separa, sobre la media vita, etc. etc. Sólo después de comer, quizá con los ánimos algo más serenos, volvieron a escucharse las risas en el convento (risa constante era la de fr. Dominique, a quien el primer día, aquí en Bogotá, le pregunté si seguía estudiando las olas y las corrientes marinas −era oceanógrafo del CNRS francés− y me dijo que ahora sólo estudiaba las olas de la Orden) y la vida pareció resurgir. Sin duda es necesario que el capítulo llegue a buen término. Fr.Dominique así lo hubiese querido, para eso estaba aquí. En cualquier caso se va a resentir. A veces la providencia da unos giros incomprensibles y tontos. Como Job, podemos (y casi debemos) preguntarnos, protestar y mirar al cielo. Pero al final, no nos queda sino asentir. Descanse en paz Fr. Dominique

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29
Jul
2007
Mis pantalones queridos
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¡Uau! Ya no está uno para estos trotes. Hoy nos han llevado a los capitulares y demás a uno de los campus de la universidad Santo Tomás, un lugar precioso y con unas instalaciones deportivas fenomenales. Huelga decir que yo no soy demasiado deportista, aunque de vez en cuando (cada cinco o seis años) me gusta echar un partidillo de cualquier cosa, retando a la parca, porque, en realidad, con este ritmo lustral, en vez de ponerme en forma me puede dar un mal. Imploremos la protección divina. Ahora bien, el hecho de que me haya animado a echar un partidillo de fútbol (y a echar casi las mollejas por la boca) era el contexto: no tanto que hubiese buenas instalaciones deportivas, que esas las hay también en Valladolid, sino que estuviese uno con los estudiantes, es decir, la juventud de la Orden. Y uno, que según le va diciendo el demonio a la oreja, va dejando de ser joven, aunque lo aparente, pues se anima a echar un partidillo y a disfrutar del juego (nada que ver con tragarse todos los partidos de fútbol por la tele. Lo siento, Eladio Chavarri, por mucho que te empeñes, no conseguirás convencerme). La otra cosa reseñable de hoy, al menos para mí, son mis pantalones. Compro poca ropa nueva, No me gusta estrenar (no es virtud de pobreza) y prefiero heredar ropa, quizá porque ya ha adquirido forma humana. Por eso aprovecho la ropa hasta que se cae a jirones. Mis vaqueros, la mayoría de ellos, están rotos, sobre todo por el trasero, ya que paso bastantes horas sentado. Así que Peña, la que nos cuida la ropa en casa, me pone culeras, rodilleras, etc. cada dos por tres (y aprovecha para llamarme de todo por ir así vestido). Pero hete aquí que hoy la gente pensaba que había comprado los pantalones de tal guisa, es decir que estaba estrenando unos pantalones que, en realidad, he heredado de mi hermano y he gastado hasta la saciedad (y lo que les queda). Sé que es la moda hacer pasar lo viejo por nuevo o avejentar lo nuevo para que parezca viejo, aun cuando todos sepan que es nuevo. Mira por donde, con mis pantalones amados he sido signo de contradicción (sin duda nada que ver con el evangelio, sólo con los usos sociales). Por cierto, esto me recuerda algo de unos odres y un vino...

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25
Jul
2007
Más de hábitos
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Ahora que unos pasamos frío en Bogotá mientras otros pasan la canícula en España, es decir, ahora que supongo que poca gente lee el blog, voy a retomar un tema bien pero que bien animante de la discusión. El hábito. ¡Agggg! ¡Horror! Jajaja, parece mentira que una cosa tan accidental (porque lo es, por mucho que se pongan patas arriba algunos) provoque tales discusiones. Supongo que los que defienden el hábito en toda y cualquier ocasión, no importa cual fuere, estarían horrorizados de ver la variedad de hechuras habitales que pululan por el capítulo general. Están los de color blanco blanquísimo, los de color hueso claro, los de color hueso oscuro (casi carmelitanos)… Los hay finos, gruesos, bien cortados (sobre todo los de la provincia de Colombia: ¡qué bien hechos están esos hábitos!. Varios hemos querido “robárselo” a algún estudiante, tan bello es su corte)… Los hay largos (arrastrados) y cortos (casi veraniegos, ligeramente por debajo de la rodilla). Dependiendo de la procedencia de cada uno (tanto geográfica como histórica) el hábito es distinto. Essentia salvatur in minimis, que decían los clásicos: todos tienen lo común que conforma un hábito dominicano, lo que dicen las constituciones dominicanas que constituye un hábito, pero si uno se fija en las diferencias… resulta que tenemos a los dominicos, que son análogos, como decía Tomás de Aquino, ni unívocos ni equívocos: hay comunidad y diferencia (y predomina la diferencia). Y eso es fenomenal, quizá un tanto postmoderno, pero se trata de una postmodernidad que ya está en el Aquinate, o sea, una postmodernidad medieval. ¡Qué bello es el hábito dominicano! Y qué maravilloso es tener la prudencia de saber dónde y cuándo ponérselo.

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23
Jul
2007
El jardinero fiel
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Ayer los capitulares y los oficiales de secretaría bajamos a Bogotá, al centro de la ciudad. Y digo bajamos porque el convento está en un sitio bastante alto, con unas pendientes tan pronunciadas para acceder a él que los autobuses no pasan de la primera marcha. Creo que es la cuarta vez que veo el casco histórico de Bogotá. Supongo que los policías que lo custodian, que son unos cuantos, me identificarán, siempre pasando por los mismos sitios. Lo que llama la atención del centro bogotano es la casi total ausencia de turismo. Bogotá no es ciudad incluida en las rutas de los trotamundos, a pesar de que, si se sabe dónde mirar, se encuentran auténticas maravillas, aunque poco cuidadas y un tanto maltratadas. Pero lo peor no es la suciedad de los edificios y la fealdad de algunos que se han construido recientemente, quizá diseñados por un arquitecto primo de algún gerifalte, porque de otro modo no se explica tanto mal gusto. Es la pobreza de los pobres, no la pobreza más o menos generalizada que pueda haber, sino la de los pobres que no tienen nada de nada y que andan pidiendo por los lugares en los que se concentra gente. Lo peor es la sensación que se tiene de que uno no puede hacer nada por ellos, tal es su deterioro. Recuerdo una maravillosa película, “El jardinero fiel”, en la que en dos ocasiones aparece, en personas y situaciones diversas la afirmación convencida de no poder ayudar a toda una nación o a un grupo dejado de la mano de Dios, y las dos veces, también personas diferentes (quizá la segunda vez en memoria y tras el aprendizaje de la primera) se contesta: “pero a éste” (ojo al deíctico, éste al que veo, al que puedo señalar) “sí podemos ayudarle”. Da que pensar.

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22
Jul
2007
Gustavo y Yoda
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Ayer tuvimos la inmensa fortuna de que Fr. Gustavo Gutiérrez, OP, nos diese una charla a los que, participantes o asistentes, estamos en el capítulo general de Bogotá. La charla fue magnífica, llena de reflexiones sugerentísimas, de esas que entran por el oído e inmediatamente ponen en movimiento una idea que prolonga la que acaba de entrar por el orificio auricular. Y no sólo el qué, sino también el cómo. Qué manera de hablar, tan sabia, desenfadada, responsable, comprometida. Y uno piensa: ¿quién demonios habrá revisado sus obras y su vida para acusarle en Roma? ¿Quién? Seguro que hay un quién, estúpido, con certeza, que pasará a la historia de la ignominia por haberle calumniado. Porque escucharle es una auténtica delicia y es, curiosamente, liberador. Lo que él hace es usar las herramientas que nos proporcionan los saberes contemporáneos (hermenéutica, exégesis, etc.) y revelar lo que, como decían los escolásticos, está virtualmente en la Escritura. Y es que, como decía Gustavo, muy simpático, algunos saben mucho, pero están equivocados. La misma apariencia física de Gustavo Gutiérrez le hace amable. Coge su bastón y es igualito que Yoda, el jedi supremo de la guerra de las galaxias, que siempre tiene una palabra sabia para clarificar las situaciones. Uno se queda esperando que, de su movimiento renqueante, salte y blanda su espada de luz en favor de su causa. Otro motivo para sentirnos orgullosos de la Orden

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20
Jul
2007
Más baile
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Seguro que me repito, pero es que lo de ayer fue espectacular. Los frailes colombianos, organizadores del capítulo general, nos obsequiaron a los que asistimos a él con un festival folclórico de bailes típicos. Impresionante. Digo que me repito porque creo que el año pasado por estas fechas debí escribir algo semejante: no sé qué músculos ponen en movimiento ciertas piezas del cuerpo. Para mí es más difícil y tiene más mérito bailar una cumbia que tocar una sonata en trío de Bach (que creo que es lo más difícil que se puede tocar en el órgano). La velocidad con la que los bailarines movían pies, caderas, cabezas, la gracilidad de movimientos, la libertad de gestos a la que ponían forma fue, sin duda, una de las cosas más maravillosas de las que uno puede ser espectador (y partícipe, aunque sólo sea como mirón). La riqueza del folclore colombiano es espectacular: sin duda alguna los danzantes de ayer eran de primera fila (y así se lo reconocíamos con nuestros aplausos) y parecía que pretendiesen el más difícil todavía. ¿Se ha fijado usted que los bailarines, cuando olvidan su individualidad de yo-que-da-vueltas-a-la-cabeza y se vuelven personas que bailan, sonríen, al igual que los cantantes? Por algo será.

Tan bailonga fue la sesión que los capitulares y demás miembros de la intendencia del capítulo acabaron bailando una conga, unos con más fortuna que otros, todo hay que decirlo. Pero el solo hecho de haber asistido a tal evento artístico, preparado con tanto cariño por todos (que si se hubiese dado en el Carnegie Hall, la gente hubiese pagado cientos de dólares por verlo) casi se puede decir que justifica el viaje a Colombia. Que sí.

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19
Jul
2007
A veces pasa
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Algunos de los frailes que andan por aquí danzando, es decir, por el convento de Santo Domingo de Bogotá, transmiten una cierta sensación de persecución por parte de las autoridades eclesiales. Sin entrar en detalles, que no vienen al caso, las autoridades, que no somos nosotros, sino aquellos de los que fuimos hechos cooperadores, están en plan tonto (no siempre, eso es cierto, ni todos, pero sí algunos, que tampoco son los más listos ni los más pneumáticos). En ocasiones, hay luchas de poder que no tienen más razón de ser que la de una serie de heridas, quién sabe cuáles, no restañadas. Vaya usted a saber si no le suspendieron a tal obispo cuando era estudiantillo en el Angelicum, y se dijo para sí mismo, como dice Fr. Luis G. Matamoro: “al platu vendrás, arbellu”. Tomás de Aquino y toda la tradición que emana de él nos hablaba del “rationabile obsequim”, que era la fe. Si hacemos esa cesión racional y razonable a Dios, ¿en razón de qué debemos hacer una aceptación irracional a los dictados de prelados que no dan razones más allá de su voluntad nacida de la “gracia de estado”? Si la Iglesia habla de justicia, no puede permitir ni la más mínima falta de la misma en su seno, y menos la que nace de la ignorancia. Pero que nadie saque consecuencias de esto más allá de lo que he dicho, a saber, que de vez en cuando, algún jerarca, imbuido de un falso espíritu (cosa ya anunciada en las Escrituras) se vuelve un tanto sandio. Pero eso no es nuevo. Y pasará siempre.

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17
Jul
2007
Bogotá
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Ando por Bogotá, asistiendo como intérprete al capítulo general de los dominicos. Cualquiera que venga a esta ciudad se quedará patidifuso por el contraste que hay, quizá más marcado que el que he podido apreciar en otros lugares de América Latina: una calle divide lo que separa la mayor riqueza de la mayor pobreza. Esa tierra de nadie que separa dos mundos es quizá el lugar en el que habría que situarse, para poder mirar a lo que piensan y viven unos y otros. ¿Qué puede esperar el que no tiene nada que perder y todo que ganar? ¿Y qué le cabe esperar al que cree tenerlo todo y sólo se asegura de no perderlo? La plaza de Simón Bolivar, el centro neurálgico de la ciudad colonial no es el centro neurálgico de la ciudad moderna. Al contrario, allí lo más a lo que se puede aspirar es a una buena neuralgia no tanto por la altura a la que se encuentra la ciudad (2600 m.) cuanto por la mezcla de estilos arquitectónicos (lo colonial convive con fealdades arquitectónicas modernas que no sabe uno quién las perpetró). La pobreza de los que copan la ciudad antigua agudiza el negocio: se venden minutos de llamadas por teléfono móvil, cosa que yo no había visto nunca, pero el hambre aguza el ingenio, no hay duda de ello. La primera impresión es la que queda, dice el anuncio de colonias. No lo creo cierto. Estoy seguro de que esta impresión tan extraña que tengo de la ciudad va a cambiar en los próximos días, porque la vida es dýnamis, cambio, fuerza, si no no sería tal.

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7
Jul
2007
Perritos piloto y chochonas a discreción
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Lo estamos dando, lo estamos regalando. Ni por cinco, ni por cuatro, ni por tres… Los “regalos” y las promesas (sin intención de cumplir) de los políticos tienen delito, duelen. El presidente prometió un dinerillo para las criaturas nacidas desde el momento en que él habló. Ipse dixit, como los grandes filósofos, casi míticos, de la antigüedad. Ha hablado. Y ¿los que nacieron un minuto antes? Ah, se siente, no han llegado a tiempo. Bien es cierto que la Moncloa está tratando de arreglar los desaguisados que ha provocado el presidente, que prometió sin saber, da la impresión, qué demonios estaba prometiendo. Mi sobrina Candela nació hace dos meses. Vaya, se va a quedar sin sus 2000 y picos euros regalados por la bondad del presidente. Para empezar, el presidente y su gobierno son sólo gestores de un dinero que no es suyo. Y si lo reparten mal o aplican criterios que parecen injustos, es menester decirlo y no callar.
Recuerdo que cuando murió el presidente Balaguer, de la República Dominicana, yo andaba por allá. Y Miguel Ángel Gullón y yo hicimos el experimento de preguntar a la gente sencilla, del campo, ajena a todas las trifulcas metropolitanas, quién era ese señor, como si fuésemos turistas que nos acabábamos de enterar de qué había pasado. Para estas gentes, Balaguer (pronunciado Balaguei) era simplemente un hombre bueno, “porque daba casa a los pobres”. No sé si llegaba a tanto, pero sí sé que, como Trujillo, daba un lote de regalos anuales a las familias, más o menos como el caudillo que por aquí gobernó. Los expertos en política internacional no tenían el mismo concepto de Balaguer, pero era populista, y por esa razón, entre otras, fue presidente casi eterno. Si el dinerito que usted y yo pagamos va a servir para prolongar el populismo barato de nuestro presidente, conviene hacer objeción fiscal . Y si gobierna el PP y lo hace igual de mal, no lo dude, también le pondré a caldo en este blog, si ando por aquí, claro. Pero de momento, no es el caso, que es Zapatero quien anda regalando chochonas a quien a él le parece bien. Y yo quiero mi muñeco inservible, aunque luego no sepa dónde colocarlo.

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