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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
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4
Jul
2006
Las calvas del capítulo
9 comentarios

En medio de la vorágine informativa de estos días, entre desgracias y gracias, los dominicos de la provincia de España hemos comenzado nuestro capítulo provincial. Tengo por costumbre, salvo en las asambleas, donde nos sentamos por orden de profesión, colocarme en la parte de atrás de las salas en las que se dictan conferencias, charlas o cosas semejantes. Y para no perder la costumbre hoy lo he hecho. Sentado en la parte trasera del salón de actos de Caleruega veo cabezas, decenas de cabezas, todas distintas, algunas calvas, otras canosas y alguna que otra con un brillo de esos que parece de tinte de anuncio de la tele. Por supuesto, hago una implecion eidética y, de este modo, en esas cabezas percibo frailes. Y me digo para mi mismo: si los continentes cabeciles son tan distintos, ¿cómo no van a ser diversas las ideas que contienen? Seguro que alguno no ha leído el Quijote y otro lo ha leído veinte veces. Es probable que alguno se sienta bien leyendo el evangelio en griego o practicando parsi, mientras que el que está sentado a su lado considera que eso es una pérdida de tiempo. Mientras escribo oigo la voz engolada de un locutor que retransmite un partido en la tele, y que, a buen seguro, está siendo escuchado por un par de docenas de frailes, mientras que otros huyen de los peloteros como alma que lleva el diablo. Cada quien tiene sus razones, y seguro que son suficientes. Me encanta esta variedad, aunque a veces me saque de quicio.

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2
Jul
2006
¡U os calláis o habláis más alto!
13 comentarios

Hace un par de años estábamos tres frailes en Colunga (Asturias): Miguel Ángel Gullón, Rufino Callejo y servidor. El segundo se había ido a dormir, y Miguel Ángel y yo nos quedamos de cháchara, a reírnos de algo o a criticar a alguien. Suponíamos que Rufino estaba dormido o durmiendo, por lo que mascullábamos para no molestarle. De repente, una voz adormilada irrumpió en la conversación: “¡U os calláis o habláis más alto!” (Perdona por desvelar estas intimidades, Rufino). Hoy leía los comentarios de prensa sobre la manifestación del día del orgullo gay y me venía a la mente la frase de Rufino: callaos o hablad más alto. Las pancartas que aparecían en las fotos y las que la prensa se obstinaba en comentar lanzaban soflamas contra la Iglesia, el Papa, los religiosos, etc. Es lo fácil. Ya lo decía el otro día. Primero se identifica un corpus (el clero, los cristianos, las monjas de clausura o los torneros fresadores), de modo indiscriminado. Y después se le atiza. Es así de fácil. Ni todo el clero ni todos los cristianos son homófobos, aunque haya clero y cristianos homófobos, como hay no cristianos homófobos, no clérigos homófobos, etc. Así pues, o se callan o hablan más alto, a saber: si he hablado mal (yo, no el sursum corda), dime en qué (a mí, no al vecino de enfrente) y si no, ¿por qué me sacas en tu pancarta? ¿Divide y vencerás? No hombre, eso está muy pasado de moda, servía en las guerras de guerrillas, pero eso nos suena decimonónico, por muy actual que sea. Lo que se lleva hoy es “generaliza y vencerás”. Y mira que Eladio Chavarri nos decía en clase de lógica que “los enunciados universales son el martillo de las colectividades” (frase literal). Bueno, pues a martillazos aprenderemos, por lo que se ve.

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30
Jun
2006
El diálogo
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Parece que entre el gobierno de España y un grupo terrorista va a empezar algo a lo que llaman “diálogo”. Me pregunto por qué le llaman así. Al menos a priori, y de cara a la galería, parece que ninguno de los contertulios está dispuesto a ceder nada, o dicho en terminología retórica barata, a “pagar precio político”. El adjetivo “político”, siguiendo con el análisis del lenguaje que planteaba el otro día, va siendo paulatinamente convertido en algo vacío. “No tienen voluntad política”, nos dicen. ¿Qué demonios es eso? ¿Qué diferencia la voluntad política de la voluntad a secas? Vuelvo al “diálogo”, de larga tradición y raigambre filosóficas. En los de Platón, Sócrates, habitualmente, suele hablar y llevar la voz cantante, mientras que su antagonista no hace más que asentir a lo que dice. Pero claro, Sócrates es Sócrates, y me temo que entre los interlocutores de este diálogo (que puede ser de sordos o de besugos) no hay ningún hombre daimónico. Lamento no tener más elementos de juicio que los que me he ido formando a lo largo de los últimos meses, con este toma y daca de ahora-yo-digo-pues-tú-más, porque, aunque todos los periódicos que tienen página en la red ofrecen el archivo de audio con la declaración del presidente del gobierno, no tengo ganas de escuchar a un señor que cuando habla parece que dicta a niños de primero de primaria. Me aburre mortalmente. Y eso es otro tema. ¿Cómo es que se puede ser presidente del gobierno sin ser un buen retórico y sin saber idiomas (así no contratan a nadie en ninguna parte en la que haya que interactuar con seres semovientes (excepto máquinas o ganado, claro)? Misterios de la ciencia. Pero no me quiero perder Confieso, pues, que no sé los términos en los que el presidente del gobierno ha planteado este “diálogo”, pero, desde luego, puedo apostar mi fe a que ni de lejos se parece a la comunidad presupuesta por Habermas en su teoría de la acción comunicativa. En cualquier caso, no pediría tanto. ¿Qué tal seriedad, honradez y justicia (dare unicuique suum)? Con eso basta.

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28
Jun
2006
Radicales y violentos
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Leemos en la prensa de hoy que un grupo de “radicales” insulta a un político que va a recoger un premio, mientras que otro par de “radicales” patea su celda acristalada en la sala del juzgado. El diccionario de la RAE recoge en su cuarta acepción de "radical" el significado “extremoso, tajante, intransigente”. Pero la primera y segunda acepciones hacen referencia, obviamente, a la raíz. Así pues, radical sería el enraizado, el que va a la raíz de las cosas, y no el que se deja llevar por movimientos cuya raíz está más que marchita, si es que existe. Además, en no pocas ocasiones se equipara radical con violento. Así, estamos hasta el gorro de escuchar que los “violentos” han hecho esto o aquello, han quemado contenedores, secuestrado a alguien o “simplemente” le han amenazado de muerte. Probablemente sólo la séptima acepción del diccionario de la RAE hace justicia a lo que habitualmente los medios de comunicación bienpensantes llaman “violentos": “que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia”. Y no sé siquiera si esta acepción, que es de un adjetivo y no de un sustantivo, puede hacerse sinónimo de sinvergüenza y malnacido, que es lo que nos viene a la mente cuando nos hablan de “los violentos”. Cojamos el diccionario. Si a usted o a mí nos pisan un pie, nos volvemos violentos. Se nos dispara la adrenalina, o despierta el alma irascible, que viene a ser la misma cosa, sólo que con distintos ropajes, y nos violentamos. Pero no insultamos a nadie, ni siquiera le amenazamos. Incluso es probable que aceptemos la disculpa de la otra persona o que, llegado el caso, nos disculpemos nosotros. Violento se puso Jesús en el templo, con los mercaderes, vaya que sí, o con Pedro, cuando le llamó Satanás, pero aquí no ha pasado nada, no le exigió un impuesto revolucionario de por vida. Radical es Miguel Ángel Gullón OP, sacando adelante un dispensario para los depauperados de Santo Domingo (República Dominicana) a "puro huevo" o David Martínez de Aguirre Guinea, OP, evangelizando y dejándose la piel con los nativos de la selva peruana. Y ambos pasan sus cabreos y se violentan, vaya que sí. Radicales son los que van a la radix bonorum. Aquellos a los que los medios de comunicación de hoy califican como radicales o violentos son simplemente, en la mayor parte de los casos, imbéciles. Redimamos el lenguaje y llamemos a cada uno por su nombre. Sé que es difícil, pero a la larga recuperaremos nuestra patria, que, como bien nos dijo nuestro tío Heidegger, es el lenguaje.

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26
Jun
2006
Los mediadores
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Cada vez más, las diferentes opciones vitales están estandarizadas. Si usted decide apoyar una causa, siempre va a haber una vanguardia intelectual que patrocina esa causa y que le va a decir exactamente cómo debe apoyar esa causa. Si usted no sigue sus preceptos, quedará fuera de esa opción. Si usted decide ser feminista, siempre habrá alguien que sabe más que usted y que le sacará a relucir los colores, mostrándole que usted no es un verdadero feminista. Si decide ser ecologista, los sabios le dirán dónde están sus carencias, le asegurarán que no progresa adecuadamente y que necesita mejorar. Y si usted se proclama tolerante, no le quiero contar. Abandone sus principios, sean cuales fueren, porque en cuanto reluzcan lo más mínimo, usted será un intolerante. Pero eso sí, la intelligentsia puede invocar una de las nociones más estúpidas que ha inventado el cerebro más vacío de la humanidad, la de tolerancia cero (que no es intolerancia, no, esa palabra quedó arrumbada en el título de la película de Griffith) y quedarse tan pancha. En resumen, que nadie puede apoyar o rechazar causa alguna si no es a través de mediadores autorizados. Y encima tienen el rostro de decir que no necesitan mediadores para relacionarse con Dios, caso de que exista, porque los mediadores coartan su libertad existencial. Qué desastre. Haga usted lo que le dé la gana, apoye lo que quiera y discrepe de quien le apetezca. No haga caso de los Kominterne, especialmente si insisten en su carácter democrático, palabra mágica donde las hubiere, pero esa la comento mañana.

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22
Jun
2006
Tradición y tradiciones
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Parece ser que en seno de la Guardia Civil se ha desatado una pequeña polémica porque algunos números han pedido que se retire de las dependencias oficiales la imagen de la Virgen del Pilar. La petición ha sido desestimada por el jefe de la comandancia, pero dudo que la cosa acabe aquí. Hay una cierta tendencia muy poco fundamentada a considerar que la exhibición de símbolos religiosos en lugares públicos contraviene el principio de libertad religiosa. Me gustaría que me explicasen cómo. Usted puede ejercer su libertad religiosa o cualquier otra libertad en presencia de cualquier símbolo, independientemente de que le guste o no, le vincule o le traiga recuerdos de una infancia oscura y sórdida. Si se da este caso, ah, entonces sí, y previo examen psicoanalítico, habrá que tomar la cosa en serio. Si no es así, podemos resolver las cosas como se resuelven en democracia, es decir, apelando al principio de la mayoría, o sea, que los guardias que viven en ese acuartelamiento voten (y con esto no quiero inmiscuirme en asuntos de régimen interno de la Benemérita) si quieren que permanezca la imagen o no. Porque supongo que a algunos no les gustará la imagen del duque de Ahumada, que tampoco es que sea Brad Pitt, y no creo que por eso la vayan a quitar de los lugares oficiales, vamos, digo yo.
Ahora supongamos que vamos a respetar a las minorías, lo cual me parece absolutamente justo. Hay un guardia que quiere que esa imagen permanezca. ¿Qué hacemos con él? ¿Es minoría cualificada? ¿Tiene derecho a que esa imagen permanezca? No es un problema fácil, porque entronca con uno de los conceptos que en filosofía y teología tienen más predicamento y raigambre: la tradición. No es la cultura, culturilla o cultureta de la que hablábamos el otro día. Tiene que ver, al contrario, con la Tradición, con mayúscula, que Congar, sabiamente, distinguía de las tradiciones, con minúscula. La Tradición es una cosa lo suficientemente seria para meditar sobre ella siquiera un ratito. Un poquitín de morigeración.

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20
Jun
2006
Porque yo lo valgo, querido Klimt
11 comentarios

107,4 millones de euros se han pagado por un cuadro. Casi 18000 millones de pesetas. Tengo que ubicarme. Son demasiados ceros, demasiadas pesetas y demasiados euros. ¿Una inversión? Lo dudo. ¿Amor al arte? Lo niego (aunque el comprador vaya a exhibir el cuadro en un museo). ¿Aquí estoy yo? Pues sí, sin duda. Si yo puedo pagar por un cuadro una cantidad de dinero que podría quitar el hambre de un país africano no es por otra razón que el “porque yo lo valgo”, como dice el eslogan de una marca de cosméticos, no sé si la de quien pagó esa cifra o la competencia. Sí, sé que vendrán enseguida críticos sesudos a justificar los 18000 millones de pesetas. Yo soy de esa ganadería, así que no soy tan fácil de engañar ni de convencer. El arte no tiene nada que ver con esos 18000 millones. Y no es que yo sea un purista que no quiera saber nada con el dinero. En absoluto. El artista debe cobrar su salario. Pero…, ¿dónde está el artista? ¿Por qué no fue a recoger su parte? Ah, lástima, no está entre los vivos. En su lugar hay un marchante que convence a alguien de que pague una fortuna, porque siempre habrá otro que querrá tener ese cuadro, pero, ah, lo siento, no lo tendrá nunca. La posición social que supone tener ese Klimt ya es inalcanzable para cualquier otro. Y todo funciona así en la feria de las vanidades. Con su pan se lo coma, señor Lauder. Piense, no obstante (porque no se excluye), en dar algo de ese dinero que le sobra para hacer regadíos en Níger. Parece ser que con 50 millones de dólares (un tercio de lo que pagó por el cuadro), o sea, una futesa, se puede convertir Níger en un inmenso regadío y dar de comer a todos sus habitantes. Mientras usted pone su nombre al museo ya han caído 4 ó 5.

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18
Jun
2006
La cultureta
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Los cambios de época, vistos desde el punto de vista de los conceptos que engendran y que instalan en lo más alto de las categorías de pensamiento, pueden llegar a ser graciosos. En los días que corren por ahí hay ciertos conceptos dotados de una aureola de sacralidad que los hace no sólo inatacables, sino también justificadores de cualquier cosa que se quiera hacer caer bajo los mismos. Me explico. “Cultura” es un término que se vincula con muchas cosas. Los alemanes decimonónicos utilizaban el término Bildung, que significa algo así como formación, y que remite a una pléyade de pensadores que se esforzaron por buscar la autonomía y la dignidad del sujeto. Hoy cultura es cualquier cosa, y cuanto menos culta sea, casi mejor. Y es que en nuestro imaginario cultural ha entrado como elefante por cacharrería el término “popular”. Si algo es popular, pronto se convierte en “cultura popular”, no importa si es el baile de un santo o descabezar gallinas. Se supone que lo "popular", así sin más, es ´la voz de la sabiduría. El afán devorador de la “cultura” no tiene límites. Recomiendo que se lean el ensayo de Borys Groys “Sobre lo nuevo”, que expone esto con mucha más precisión y rigor de lo que yo podría ser capaz. Por otra parte, frente a este movimiento de posesión, la “cultura culta” responde dando lugar en muchas ocasiones a engendros que nos dejan patidifusos. Así, uno se encuentra en la disyuntiva de tener que elegir o rechazar bodrios que son cultura culta u horrores que son cultura popular. Cada día que pasa yo me encuentro más libre para ser unamuniano. En “El sepulcro de Don Quijote”, Unamuno escribe: ¿Tropezáis con uno que miente? Gritadle a la cara: ‘Mentira!’, ¡y adelante! ¿Tropezáis con uno que roba? Gritadle: ‘¡Ladrón!’, ¡y adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta? Gritadles: ‘¡Estúpidos!’, ¡y adelante! ¡Adelante siempre!. A ver si en unos años la pobre cultura y el pobre pueblo se recuperan de tanta bobada.

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17
Jun
2006
Experiencia alternativa
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Hoy he tenido la suerte de asistir a la defensa de la tesis doctoral de Javier Carballo, OP, que versaba sobre la experiencia religiosa (concretamente la percepción mística) en un autor norteamericano, William P. Alston. ¡Qué interesante es el tema! Pero más allá de lo seductor del mismo, los comentarios de los miembros del tribunal y las respuestas y acotaciones del doctorando mostraron la complejidad del asunto y la actualidad del mismo. Vivimos en un país un tanto paleto, en el que fuera de ciertos círcuitos académicos y algunos círculos religiosos parece que hablar de lo religioso, desde cualquier punto de vista, es algo retrógrado, antediluviano, vacío de sentido, en fin, una conversación que denota la total desconexión de la realidad de los que disertan sobre ese tema. Nada más lejos de la realidad. Los vientos que soplan por Norteamérica (que no son sólo de fundamentalismos o cosas por el estilo, como nos suelen pintar los medios, como si los yanquis fuesen todos una panda de retrasados, sino de un estudio muy profundo y debatido de lo religiosos en todas sus facetas) no tardarán en acatarrar a España. Ha sucedido en otros ámbitos y sucederá en éste, me atrevo a inducirlo sin albergar la más mínima duda. Y fíjate tú que cuando llego a casa me encuentro con un documental de la 2 sobre la vida contemplativa y aparece allí gente sonriente, feliz y alternativa. Porque ser contemplativo hoy es ser alternativo, vaya que sí. Por mucho que se empeñen los del botellón o los del piercing, eso tiene de alternativo lo mismo que Torrente, ese superdetective casposo, o sea, nada de nada. Alternativo hace referencia a lo otro, a lo no trillado por todos. Quizá en el siglo XVI no fuese alternativo meterse en un convento a tratar de encontrar a Dios encontrándose a sí mismo (perdón por la imprecisión de mis términos, pues no soy experto en estas lides). Quizá fuese lo normal. Pero hoy sí lo es, vaya que sí. Y cada vez me convenzo más de que hace mucha falta la gente alternativa y poca falta la gente que protesta en pelotas por la Castellana (a pocos les sienta bien la desnudez). Eso lo hace cualquiera, hasta yo si me pongo (tampoco me sienta bien). Que no nos falten nunca los alternativos de verdad.

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14
Jun
2006
Nadie es más que nadie
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Es una expresión de deseo: un hombre es un hombre. Y sin embargo es falsa por muchos motivos. Ni siquiera la ley es igual para todos, por mucho que escuchemos ese cuento una y otra vez. Los que hay que, por razones de Estado (o de interés general o vaya usted a saber qué) salen impunes de delitos atroces, mientras que otros, claramente inocentes para el sentir común, se encuentran enredados sin comerlo ni beberlo en una maraña legal y pagan por todos los que no pagaron. Los hay que, cuando comenzaron su periplo vital, ya llevaban sobre sus hombros el peso de la diferencia por haber nacido en un lugar u otro, en una manzana u otra. Y los hay que llegaron a ser una auténtica piltrafa, por elección personal. No, definitivamente no es cierto que todos sean iguales. En la prensa de hoy se habla del juicio que se lleva a cabo contra un asesino, un matón y lo que es más común (y casi peor por la frecuencia con la que se da) un chulo. No me digan que ese ser no ha renunciado voluntariamente a su humanidad. Ha ido haciendo elecciones (como todos) y la suma de las mismas ha dado lugar a lo que es. No me digan que es igual al señor de a pie que lleva una vida “normal” (esa cosa tan vilipendiada por la teoría postmoderna y por los grupos alternativos). En el Mercader de Venecia, Shakespeare hace decir a Porcia, disfrazada de jurista, que “la clemencia es un atributo de Dios mismo y el poder terrestre se aproxima tanto como es posible al poder de Dios cuando la clemencia atempera la justicia”. Ser clemente, piadoso, ser humano con estos chulos es un atributo casi divino y creo que sólo la gracia de Dios nos puede abrir los ojos. Yo, por lo pronto, prefiero prestar atención al hombre “normal”, el que no tiene “teorías político-liberatorio-antisistema” que le justifiquen en la chulería, con el que me identifico y con el que, en verdad, puedo padecer. En el caso del matón chulo sólo le deseo que Dios tenga piedad de él, porque yo no puedo. La chulería me supera.

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