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May2008Museos
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May
de Sixto Castro Rodríguez, OP
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Creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero lo que nos pasa a los filósofos que no vivimos habitualmente en Alemania, y que, por tanto, o estamos acostumbrados a escuchar todos los días el alemán de habla común, es que podemos hablar de las cosas más abstrusas (y los alumnos se te quedan mirando como diciendo: eso no es alemán, nadie habla así… Nadie salvo Heidegger o Hegel, jeje), pero cuando nos dicen si el huevo está bastante pasado miramos con cara de extrañeza, como si no esperásemos que un alemán nos hablase de cosas tan profanas. Pero eso es por deformación profesional. También en Alemania hay culebrones en alemán (pero, ¿se puede mancillar así la lengua sacra de los filósofos? –con permiso del griego–). Y diario de Patricia y cotilleos y cosas de esas. A los filósofos no pasa con Alemania lo que les pasaba a los alemanes decimonónicos con los griegos, que les parecía que todo lo allí habido era perfecto, que había un “grecidad” maravillosa. Y eso es porque todos llevamos dentro de nosotros una necesidad escatológica, de compleción, de perfección, de que ha de existir una Arcadia donde el lobo y el cordero pasten y coman juntos. Lo necesitamos como el aire. Y tenemos aire. ¿Por qué no habríamos de tener también Arcadia? Llegará, sin duda alguna.
No resulta fácil, en tierras germánicas, seguir la actualidad de lo que pasa en España. Pero eso es una gran liberación, casi como una experiencia pascual. Porque, en el fondo, la experiencia de la Pascua nos hace tomar conciencia de lo que es importante y de lo que es accesorio. De este modo, cuando uno sale de España y sólo de pascuas a ramos puede consultar la prensa (y verse obligado a seguir las andanzas de la prensa rosa de los políticos, que eso y no otra cosa son cada vez más los periódicos), hay una especie de estado de ataraxia, aunque venga dado por el desconocimiento de las andanzas de esta gente. ¡Qué a gusto! Aquí, en Alemania, la vida no es más cara que en España (hay bastantes cosas, del día a día, que son más baratas), pero los sueldos son el doble o más. Así si se puede hablar de lo que se habla. Lo demás son discursos malos acerca de entes (en alemán, lo gracioso es que Ente significa pato, de modo que se pueden imaginar lo elevado que resulta para un filósofo ir a un restaurante chino y comerse un ente, cuántos problemas filosóficos resueltos…). Aufwiedersehen.