Jun
El imperativo
1 comentariosHoy viene un terrible artículo en el NYTimes sobre la contaminación en ciertas partes de China. Ese hecho no es sorprendente, es más, es esperable, teniendo en cuenta que lo que más conocen los viajeros y de lo que más cuentan es de Pekín, y dicen que es una ciudad inhabitable, con una contaminación que literalmente no deja ver el cielo. Lo que choca y conmueve es el testimonio del padre de una criatura cuyo cerebro ha quedado irreversiblemente dañado por la absorción de plomo, y que dice: “queríamos que esta niña lo tuviese todo. Por eso trabajamos tan duro. Por eso nos envenenamos en esta fábrica. Ahora resulta que la niña también está envenenada. No tengo palabras para describir cómo me siento”. Mal sobre mal parece. Poco consuela conocer todas las causas, por muy felices que eso nos haga. Seguramente, la idea de dejar un hogar medianamente saludable para las generaciones futuras sea un imperativo moral. Pero eso suena raro. ¿Cómo conjugar un imperativo moral con todo lo demás? A la fuerza ahorcan, dicen. Y el imperativo acabará entrando por la ventana.