24
Jun2009La vida perdurable
0 comentarios
Jun
Una columna bien interesante en el NY Times de hoy, fir
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor
Filtrando por: 2009 quitar filtro
Una columna bien interesante en el NY Times de hoy, fir
Me estoy enterando de que es el día de la música por la turra que llevan dando unos músicos (por así decir) que cerca de la plaza están dando una barrila, a base de ritmos repetitivos y chundachunderos, que me tienen medio loco. Parece, pues, que bajo el concepto de música cabe casi cualquier cosa que suene (y hasta que no suene, véase si no el 4,33’’ de John Cage). Mas dejémoslo estar, porque si nos ponemos a definirlo, seguro que se nos escapa entre las manos: habremos puesto un conjunto de condiciones “necesarias y suficientes” fuera de las cuales quedarán un montón de cosas que, hasta entonces, se llamaban música y para las que ahora habremos de inventar otro término. Y es verdad que quien maneja el lenguaje maneja mucho, pero no todo. Hay un salto enorme, gigantesco, de decir por ejemplo, que una cara bonita es un buen reclamo para esparcir los propios genes (seguramente se puede dar una correlación estadística) a decir que una cara bonita es meramente un buen reclamo para esparcir los propios genes. Aquello quizá sea científico. Esto es mala ideología. Por eso, decir que la música es un ruido agradable (Kant, dixit) puede pasar, pero decir que la música es meramente un ruido agradable es falso, sin más. Por eso, con la que está cayendo, se podrá decir que a las que x semanas de embarazo tenemos x células, pero no que a las x semanas de embarazo tenemos meramente x células… La diferencia no es sólo de palabras. Por eso, cuando oigo meramente, en casi cualquier espacio, salgo huyendo como si me persiguiera el demonio del reduccionismo. Mientras tanto, y esperando algún "meramente", seguiré aguantando esa cosa que suena.
Me puse hace un minutillo, como por deporte, a ver en el google los enlaces que había a esta bitácora, y son más bien pocos. Eso significa dos cosas: o que me lee muy poca gente (pero la mejor, eso sí) o que nadie enlaza porque todos vienen directamente ad fontes, que es otra posibilidad, menos plausible, pero posible aún así. O quizá no signifique nada de esto, pero la verdad es que no me preocupa mucho. Sí me llamó la atención que uno de los enlaces, que era en otros blog, recomendaban la lectura de este por considerarlo un ejemplo de lo que escribe el clero culto (lo que no sé si es un piropo a favor del blog o un improperio por su baja estofa). Tampoco me da más. He hecho los cursos de autoestima con Ignacio Marquínez y los de educación sexual de Cosme (mira que me han dejado huella )y pocas cosas de este tipo me alteran... Mas ahí decían que escribía en clave “reaccionaria”. Quiertorrrl, me dije yo, que a ver qué me están llamando sin enterarme. A ver qué he hecho yo sin saber, mira que si he escrito en prosa sin conocer la prosa…, así que me fui al diccionario a ver qué entradas da para el término.
reaccionario, ria.
(De reacción).
1. adj. Que propende a restablecer lo abolido. U. t. c. s.
2. adj. Opuesto a las innovaciones.
3. adj. Perteneciente o relativo a la reacción (tendencia tradiciona
Veamos, ya que no soy ni car
Aparece en la prensa que el investigador Stuart Kauffman afirma que hay que investigar mucho aún sobre la evolución y que, por qué no, en cierto modo, puede hablarse de Dios, aunque sea en un sentido discutible. El último astronauta que pisó la luna se declara abiertamente creyente también en la prensa de hoy. De modo que parece ser que no hay que ser tonto del todo para hablar de Dios. Ahora bien, ando metido en varios embolados relacionados con la filosofía de la religión, y uno de ellos, como todo el mundo sabe, son los famosos argumentos para la existencia de Dios, que los hay a porrillo (y también tienen sus críticos que les dan la vuelta, ojo, que aquí del acto de fe no se escapa nadie) y que pueden constituir eso que los clásicos llamaban los preambula fidei, es decir los caminos que hay que andar o que pueden conducir a la fe, no sus sustitutos. Pero fíjate, esta mañana, al despertar, me he encontrado con el argumento definitivo, incontrovertible, el que no deja el menor resquicio de duda. Y aconteció tamaño y descomunal descubrimiento cuando escuchaba en la radio que a pesar de que el gobierno ha subido los impuestos, en realidad los ha bajado. Es decir, si usted paga más cuando echa gasolina, en realidad está pagando menos cuando echa gasolina, es decir, en términos lógicos A y ~A. Y en lógica se dice que de una contradicción se puede derivar cualquier cosa, y como yo andaba buscando demostrar la existencia de Dios, derivo de la situación de A y ~A que Dios existe. Propongo llamarlo “el argumento de ZP para la existencia de Dios”.
A ver,
Me llega, por mediación de Ignacio Antón, OP, un texto de
Ayer me enviaba
Pues vamos todos a votar en el día de la Trinidad, y resulta que es bastante más difícil, por muy complicado que pareciese ésta a San Agustín, entender las prolijidades europeas que las trinitarias, dónde va a parar. El arte ha retratado la trinidad de infintas maneras. La más famosa, sin duda, es el icono de Rublev, precioso, representando la circuminsessio, las relaciones de igualdad trinitarias (en cuanto uno se despista se hace subordinacionista o cosas por el estilo, con el Hijo subordinado al Padre, que es quien realmente mandaría en el asunto, o con el Espíritu sin saber dónde colocarlo en esa jerarquía). Ahí están los tres, en Rublev. Como están los tres en el “preludio y triple fuga en Mi bemol mayor, BWV 552” de Johann Sebastian Bach, un poco más ocultos, pero la tonalidad (con tres bemoles), la estructura de triple fuga e infinidad de elementos más constituyen una buena teología de una pieza compuesta precisamente para un domingo como hoy. Por supuesto que no me voy a poner a explicar la Trinidad. San Patricio usó el trébol y ahí sigue presente en el escudo irlandés. A un fraile de esta casa, tratando de hacer exégesis le salían cuatro personas, lo cual no es extraño. Lo raro es quedarse instalado en cuatro o cinco o dos y encontrar el razonamiento satisfactorio. Seguramente no se pueda probar científicamente la trinidad de tres. Seguramente tampoco se puede probar científicamente la completitud de un sistema axiomático finito que sea lo suficientemente potente como para incluir la aritmética básica (teorema la incompletitud de Gödel). Y no se nos caen los anillos por esto último, es más, andamos por la vida sin enterarnos demasiado de ello. Mas en lo otro nos va nuestro ser. Por eso todas las herejías trinitarias han hecho la labor de tratar de ver cómo comprender este lío, pero han acabado, al final, poniéndose más dogmáticas que el mismo dogma. A ver si Rublev y Bach nos iluminan.
Ayer, que en la Orden celebrábamos San Pedro Mártir, me dediqué en un rato no muy propicio, pero rato (y consumado) al fin y al cabo, a leer la brevísima biografía que trae nuestro breviario propio. Y allí me encuentro con la sorpresa (oh, cuán grande es mi ignorancia) de que su asesino, un tal Carino, luego entró en la Orden. Ya me dirás si no es para asombrarse. Parece que los tiempos han cambiado mucho. ¿A alguien le entra en la cabeza que hoy – no nos pongamos en tales extremos– alguien convicto y confeso de lo que fuere sería admitido entre nuestras huestes? No sé, da la impresión de que la fuerza vital de los orígenes va siendo cada vez más controlada por las estructuras, lo cual, de por sí, no es ni malo ni bueno, simplemente es, quizá, la dinámica de la historia. Mas la conmemoración de nuestros santos tiene de bueno que nos hace recordar otras épocas distintas, seguramente más fáciles en algunos aspectos y probablemente más difíciles en otros. Pero hay algo por ahí que titila y es, en este caso, Carino que hoy sería despachado sin pensarlo dos veces, precisamente porque el “tener-previo” (horrible palabro heideggeriano) nos impide considerar sus razones, al igual que al Gran Inquisidor de Dostoyevski le impedía escuchar las razones del mismo Cristo redivivo paseándose por la Sevilla del siglo XVI. La cuestión, así pues, no es qué nos vaya a contar Carino, sino si de antemano estaríamos dispuestos a escuchar por qué rábanos viene a pedir la misericordia de Dios y la nuestra. Da que pensar, pero, por si acaso, que nadie se anime a imitar a Carino en su etapa prefrailuna, no vaya a ser el demonio…
Abra el periódico uno por donde lo abra no se encuentra más que desencanto… El suyo propio, claro, porque los políticos están encantados de haberse conocido. Cualquier alumno de primero de filosofía, que haya estudiado algo (sin demasiado esfuerzo) de lógica, teoría de la argumentación o retórica, sabe que el argumento del Tu quoque es falaz y no sirve. El Tu quoque es el “pues anda que tú”. Que tú gasta tanto en avioncitos… pues anda que tú en coches. Que tú gastas tanto en trajes… pues anda que tú en bragas. Y así, en este estúpido juego sofístico, en el que cualquier persona con dos dedos de frente se da cuenta de que la tratan como si fuese imbécil, se nos va pasando la campaña esta y la vida, por demás. En el laboratorio se juega con productos, sofismas y se prueba su consistencia. Pero en el terreno público, ay, en el terreno público que no es de nadie sino de los políticos, se debería hacer el tonto sólo con gaseosa. ¿Por qué demonios uno tiene que elegir sus representantes entre gente de partidos con