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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

21
Ago
2011
Y hasta Río (quien vaya a ir)
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Se acabó la JMJ. Van a salir cientos de artículos con las más variadas temáticas, de eso no cabe duda, y con las más variadas orientaciones. Son más de un millón de personas (también en esto habrá bailes) que dan para escribir crónicas de todos los colores, como se ha venido haciendo, desde dentro y desde fuera, ultramontanos y conciliaristas, laicos, religiosos y clérigos, ateos, creyentes, politeístas, panteístas y panenteístas (y muchos más, que parece que esto es un argumento cornuto, en el que A o B, y la verdad es que hasta Z quedan muchas opciones). El debate es bien sano para todos y, al final, queda lo de Jesús: quien tenga oídos para oír, que oiga. Feliz viaje de vuelta a casa.

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18
Ago
2011
JMJ
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Estoy pasando más tiempo de lo esperado en Madrid con motivo de la JMJ. La prensa cuenta versiones bien diferentes según lo que se lea. La mía es sencilla. Infinidad de gente joven, tanta como yo nunca había visto nunca, que van cantando en el metro, por la calle, felices como el que más. Hay uno que viste al estilo punk y que ya se ha hecho famoso en todos los periódicos. Si se les quitan las camisetas de la JMJ (distintas según de dónde procedan o que familia religiosa) pasan por jóvenes normales y corrientes, que es lo que son. No encajan, no obstante, con la idea que habitualmente nos dan los que manejan los eslóganes breves y concisos (para que puedan propagarse como “memes” memos) de gente triste, recoleta y hasta un poco tonta. Nada de eso, lo puedo asegurar, como pude ver ayer en la fiesta OP. No sé si habrá gente más feliz que estos jóvenes cristianos. Palabra.

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12
Ago
2011
Listos y tontos
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Antes de que caigan las lágrimas de San Lorenzo, el cielo se ha vuelto gris y el bochornazo preludia una tormenta mientras en la red, a cuenta de la visita del Papa, se cuenta de todo, todito. Alguien el otro día, no recuerdo en qué periódico o foro, decía algo así como que “la ciencia” (sic, esto sí es literal) ha demostrado que los ateos son más inteligentes que los creyentes. Vuelve por otra, si quieres. “La ciencia” es oráculo de Delfos (o de Matrix) que es como una señora vieja que vive en el segundo izquierda, rodeada de gatos, y que habla de vez en cuando. No sé a qué se refería el “comentador”, si a la neurología, al cálculo, a la teoría de cuerdas, a la química orgánica o al encaje de bolillos, aunque sospecho (en su favor) que habría leído algún estudio de estos que establecen correlaciones entre cosas y, normalmente, no pasan de ahí. De hecho, por estudios que no quede. Desde Comte en adelante se ha asociado pensamiento religioso con pensamiento “primitivo”. Aunque este término está cada vez más en desuso, los antropólogos  no han abandonado, en general, la creencia de que la religión es básicamente irracional, por anticientífica, idea que han abonado las corrientes marxistas, psicoanalíticas, etc. (que, independientemente de la verdad que proporcionen tienen los mismos méritos para llamarse “ciencia” que Grecia para mantenerse en el Euro, según dicen). La idea es que una persona culta, que viva en un mundo en el que la ciencia tiene la última palabra, no puede ser religiosa, salvo dolo, engaño o incapacidad transitoria (por lo que habría, seguramente, que prohibirle conducir, me imagino).
Frente a esta afirmación, los datos empíricos (en sentido tan lato como se quiera) van en otra dirección (cf. L. Iannaccone, R. Stark and R. Finke, “Rationality and the ‘religious mind’”, Economic Inquiry XXXVI (1998) 373-389) : si bien los científicos y los profesores norteamericanos son menos religiosos que la población en general, la proporción es semejante a la que se asocia con otros rasgos demográficos, como el sexo o la raza (y no se suele hacer un gran caso de que los semitas sean más o menos religiosos que los caucásicos o los etíopes). Pero lo curioso ?y quizá el dato realmente significativo? es que los profesionales de las ciencias “duras” son más religiosos por término medio que los profesionales de las humanidades o las ciencias sociales (sobre todo psicólogos y antropólogos, es decir, los que están más en relación con la tesis de la “mente primitiva”), cuyas disciplinas se apoyan mucho más en datos no comprobables empíricamente (en cierto modo en “competición” con las afirmaciones religiosas).
En realidad, a mí me convence más la autoridad de los sabios. Preguntado por la compatibilidad entre la teoría de la evolución y la creencia religiosa, Stephen Jay Gould respondió: “o bien la mitad de mis colegas son enormemente estúpidos, o la ciencia del darwinismo es totalmente compatible con las creencias religiosas convencionales, e igualmente compatible con el ateísmo, lo que prueba que los dos grandes reinos de la factualidad de la naturaleza y de la fuente de la moralidad humana no se solapan”. O Thomas Nagel: “quiero que el ateísmo sea verdadero y me inquieta el hecho de que algunas de las personas más inteligentes y bien informadas que conozco sean creyentes religiosos”. Como se ve, listos, tontos y de media talla hay en todas partes… y no es la creencia religiosa lo que nos distingue (como sucede en muchos otros ámbitos de la vida).
Oh, qué largo me ha salido esto. No se volverá a repetir.
 

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1
Ago
2011
Morirse quomodo
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Para pasar bien el veranillo este, mientras salgo a dar paseos colesterolíticos, escucho en un mp3 que tengo un curso de la universidad de Yale sobre la muerte. La culpa de que escuche estas cosas la tiene un experto en duelos y quebrantos que vive en el convento de El Olivar,de Madrid. Él sabrá por qué. Se trata de veinte lecciones, más o menos, de un curso regular de la universidad, en las que el profesor debate la existencia del alma, el problema de la identidad personal, cuándo uno llega/deja de ser una persona, etc. Metafísica, básicamente. Es un curso muy interesante, un profesor honesto que muestra sus convicciones y expresa sus dudas. Pero eso no hace al caso. Resulta que mi mp3, cuando lo apago, no conserva el punto en el que se detuvo cuando se desconectó. Sólo se puede escuchar desde el inicio de la pista, es decir, mi paseo dura lo que dura la lección de ese día. Y si algún día, por lo que sea, no pude escuchar la lección entera, vengo a casa y enchufo el chisme al ordenador para oír el final de la misma. Enchufo, se abre el itunes y en cuanto acaba la lección del día, salta (por azar, claro está, es decir, por razones de ortografía, numeración, o sabe Dios por qué algoritmo del programa) una de las piezas que tengo ahí almacenadas: Ecce quomodo moritur justus de Jacobus Gallus. Y, de repente (sobre todo el primer día), todo cobra sentido ¿Por azar? Bueno, pues será azar que justo cuando acabo de escuchar la lección tenga la respuesta.

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31
Jul
2011
Teorías que encajan
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En uno de los relatos que componen El candor del Padre Brown, G. K. Chesterton hace decir al reverendo: “La teoría que usted propone es la única que resiste un examen atento, y como hipótesis, lo explica todo. Merece usted que le diga, fundado en mi conocimiento de los hechos, que es completamente falsa”. Los filósofos de la ciencia hace mucho que hablan de subdeterminaciones y cosas por el estilo, es decir, de la posibilidad de más de una teoría para explicar un único fenómeno. Hay infinidad de razones teóricas para dudar de que una teoría ?y más una teoría de la totalidad? pueda demostrarse verdadera por procedimientos que la misma ciencia reconocería como científicos. No digamos ya en la historia, la filosofía, la filología o la decoración de interiores. Podemos pasar a una consideración pragmática y decir que es verdad en tanto que funciona. Pero para eso hay que aceptar la validez de la ecuación verdad=funcionamiento o algo así. En fin, la cosa es que la prensa diaria nos asa con tesis que explican con rigor y claridad tal guerra, la crisis económica, los abusos sexuales y el origen filogenético de las creencias. Es más que probable que los expertos en ese campo lo lean con respeto y con una cierta distancia. Los mediadores/divulgadores suelen presentarlo como el acabose. Y, efectivamente, acabose, porque aunque lo expliquen todo, cabe la posibilidad de que sean completamente falsas, que diría Chesterton. O no.

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28
Jul
2011
La fórmula (falsa) de la felicidad
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En sus Perfiles de nueva humanidad (Salamanca, San Esteban, 1993, p. 116) dice Eladio Chávarri: “Creo, por otro lado, que nuestra sabiduría es facilona. X dinero se identifica con y entes a poseer que se traducen en z placer. Un sabor de la vida que puede expresarse con toda propiedad en una ecuación. No digo que sea fácil ganar dinero. Lo notables que toda una condición humana esté en función de un símbolo universal de trueque. Ninguna sabiduría anterior ha dependido de cosa tan simple, y en este sentido afirmo que es facilona. Hasta ahora los maestros de la felicidad no habían conseguido expresarla en una ecuación tan sencilla. ¡Cuánto más intrincada es la armonía platónica asignada a la justicia!”. Lo formulario nos atrae por su simplicidad. Si algo se puede poner en una fórmula parece que absorbe algo de la potencia que tiene el mundo de la matemática. Recuerdo lo poco que me gustaba, cuando estudiaba esos temas, la manía de los estructuralistas de poner en fórmulas cualquier cosa que investigaban, las relaciones de parentesco, las relaciones sintagmáticas o los procesos de comunicación. Me salía, como al otro, un “no es esto, no es esto”. Y tampoco lo es la felicidad. Si se acepta la fórmula arriba indicada, se comprende que absolutamente todo lo que constituye una forma de vida, en la medida en que no está en función de ese símbolo que es el dinero, se desdeña. Y todo hay que justificarlo en términos monetarios y crematísticos para que se le permita ser o, en su caso, para que sea eliminado. ¿Por qué hay una Somalia, Etiopía, Biafra, y demás? Dios no debería permitirlo, pensamos. Pues claro que no. Pero tan lejos en el tiempo como San Agustín (por no ir a los evangelios) se nos decía aquello de, vamos, hombre, no le pidas a Dios que haga lo que puedes hacer tú, que es la versión elegante de eso que alguien solía decir: ningún pobre necesita criado o la versión macarrónica del célebre principio aristotélico quidquid movetur ab alio movetur (traducción ad casum: nada se hace si no lo hace otro). ¿Hay algo que yo pueda hacer? Seguramente no, pero de ahí no se sigue que lo que no se predique de las partes no se pueda predicar del todo. Qué gran invento es el dinero. Y qué desastroso.

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21
Jul
2011
El ontológico
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Transcribía hace unos instantes la primera formulación del argumento ontológico que San Anselmo hace en el capítulo 2 del Proslogion para ese libro que está in fieri y a punto de terminarse, si Dios quiere y julio lo permite, y me ha asaltado, como una sombra, el pensamiento de la potencia de este argumento. No, no se trata de que pruebe o deje de probar. Innumerables pensadores de primerísima línea lo han aceptado e innumerables pensadores de exactamente el mismo nivel lo han rechazado (y no cabe esperar reconciliación final al respecto, lo cual nos da una cierta idea de los límites de la razón). De lo que se trata es de la difusión del mismo. San Anselmo lo elabora en el siglo XI, en su abadía, en el contexto de una oración, destinado a sus monjes. Y el argumento se extiende por toda Europa. ¿Qué tiene de raro? Nada..., en el siglo XXI, donde la última declaración de Belén Esteban llega a los pasillos de los centros de investigación en un par de segundos. En el siglo XI tuvo que haber calado bien profundamente para que comenzase su periplo por las universidades y fuese considerado en todos los grandes centros de estudio. A lo mejor va a resultar que en el medievo se estudiaban cosas que, en cierto modo, se imponían por sus propios méritos… Ni los pedagogos ni los políticos ni la tele decidían que se estudiaba en París y ni el Papa impedir el estudio del aristotelismo. Pruebe o no, vaya si da que pensar.

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13
Jul
2011
Agua en vino
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Me he encontrado con este vídeo divertidísimo en el que, en una broma de cámara oculta, un supuesto Jesús (un tanto kitsch y despelurciado), que lleva una cruz al pecho (lo cual ya delataría la cosa) convierte el agua de una fuente en vino. Las caras son un poema. Me imagino que un porcentaje cada vez más grande de la población no sería capaz de pillar la broma, precisamente porque no pueden referirlo al hecho al que hace referencia. La sorpresa de que salga vino de la fuente no viene dada porque salga vino de la fuente, sino porque parece que un tal Jesús se ha dejado caer por allá y uno es capaz de imaginar que las bodas de Caná tienen lugar en sus mismas narices. Obviamente, la situación es ridícula: Jesús paseándose por la calle y haciendo milagros de todo a cien (de esos que aparecen en los apócrifos para deleite de la imaginación de los oyentes), pero para que seatal, divertida para los que estamos a este lado del monitor y sorprendente para las víctimas del montaje, es necesario poder leer más que lo representado en la escena. Cuanto menos conozcamos de nuestra historia, más oportunidades perderemos -también- de disfrutar y divertirnos.

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9
Jul
2011
Demonio meridiano
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Da que pensar cuando un niño se refiere a uno en términos de “ese hombre”. El “ese señor” que me han regalado en ciertas ocasiones se puede interpretar en términos de cortesía o cosa semejante (o así se hace cuando uno trata de dar una interpretación benevolente de la cosa). Pero “ese hombre”, en ese contexto de un niño que habla de uno como si ese uno no estuviese presente, no designa a un individuo de una especie ni un sexo determinado. Así que cuando el crío aquel se refirió a mí como "ese hombre" quizá fue el momento en que tomé conciencia de que en cualquier momento se me planta por aquí el demonio meridiano, y ver qué pasa. De momento a esperar que lleguen las vacaciones, que siempre ayudan a espantar demonios.

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28
Jun
2011
Conclusiones
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Hace unos días tuve ocasión de asistir a una conferencia (en realidad a varias) de filosofía, con temáticas distintas, si bien todas muy actuales. Si alguien me hubiese preguntado al salir de cualquiera de ellas cuál había sido mi conclusión, podría haber confesado: los filósofos de esta universidad o bien son calvos o bien nunca se peinan. Obviamente, esa no es la respuesta que esperaría mi interlocutor, y yo lo sé. Pero a partir del enunciado de la pregunta, si lo analizamos término a término, nadie podría decir que no he contestado a esa pregunta (quizá de hecho ese fuese mi conclusión principal de la conferencia, o lo que más me había impresionado, o lo que más me había dado que pensar…, pero seguramente no es lo que me preguntaban). ¿Cómo sé yo que no es eso lo que preocupa a mi interlocutor? Lo sé, porque entiendo las convenciones lingüísticas y, como dicen los filósofos, porque sé jugar un juego de lenguaje. Todos sabemos jugar, unos mejor y otros peor. Algunos incluso creen que el fin de todo nuestro artificio racional es jugar ese juego, un juego argumentativo que no tiene más finalidad que ganar en los debates (cosa que, aunque se acaba de publicar con muchos estudios de campo en una prestigiosa revista, ya había dicho Schopenhauer en ese escrito tan lúcido, pero con tan mala leche, que editó Franco Volpi, El arte de tener razón). Y sin embargo, junto a todo este mundo del lenguaje, o en él mismo, tenemos conciencia de que lo que importa es algo que no es ello mismo completamente lingüístico, las cosas, muchas de las cuales no se dejan decir (sea Dios, sea el dolor de muelas). Qué cosa difícil es la realidad.

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