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Jun2011Dominicos en RD
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Jun
Estoy bien enzarzado con cuestiones de fe y razón, escribiendo sobre ellas. Yo tengo la cuestión más o menos resuelta, al menos con comprensión suficiente para pasar el año, pero escribirla supone poner sobre el papel no tanto el proceso que a uno le ha llevado a concluir algo cuanto el itinerario de razones que pueden servir para cualquier otro, no sé si tanto para convencer, cuanto para debatir. Pues bien, de repente me llega el regalo, no sé si la respuesta a mis plegarias o qué, del documental de Pueblo de Dios de Dios sobre los frailes en Santo Domingo, en la República Dominicana (¿es mucho decir que este programa es de lo mejor que hay en la tele?)
En el mundo rico, los términos preferidos son tolerancia y derecho. A veces pienso que el que tolera permite (ese es el origen de la idea, en las guerras de religión) y eso genera un derecho a vivir como uno desee, lo cual es justo y necesario. Tolerar, no obstante, conmoverse y mucho menos, me temo, aceptar que el de enfrente puede tener razón o necesidad. En el mundo pobre y “mediopensionista”, los términos son misericordia y deber. El misericordioso no se pone en un lugar especial, sino en el suyo y en el del otro, que podrían ser el mismo, y así no juzga ni permite, sino que hace, de ahí su deber. Mejor que Eduardo, en el documental, no lo voy a decir: hay tantas cosas que hacen que a uno se le caiga el alma a los pies, que parece que no hay nada que hacer, y sin embargo, se hacen, porque se deben hacer, seguramente no por un imperativo categórico, sino por el deber que impone la caridad (recuperemos el término). ¿Cómo se hace eso? Abrazos, unciones, becas, salud, escuchas, unos pesos que ayudan a pasar el día. No sé, cada cual se las ingenia para ser sabio en la situación específica. Y bien que lo hacen los frailes del Caribe.